La fruta del diablo ~terminado~

ESTE ES EL POST DONDE ENCUENTRO LA FRUTA DEL DIABLO

-¡Me muero de hambre!

Esas fueron las primeras palabras que pronuncié aquella mañana. Aún estaba envuelta en una manta tendida en la cama de la posada donde me alojaba de momento, me sentía soñolienta y muuuy hambrienta. Miré por la ventana incluso antes de incorporarme, y dejé escapar un suspiro. El sol brillaba ya alto en el cielo despejado y azul, y gemí.

Normalmente madrugaba mucho, me despertaba al amanecer y desayunaba inmediatamente (sin pagar, claro...¿Qué clase de pirata sería si pagara?) y solía irme a "encontrar" objetos de valor en los bolsillos de la gente y puestos. Pero...Bueno, vale. Había dormido más de la cuenta, ¿y qué? Vale, lo malo es que me quedaría sin mi pequeño botín...

Mirando por la ventana hacia el cielo supuse que sería mediodía, la hora de comer. Quizás después de todo no me quedaría sin mi tesorito. Me puse en pie de un salto para después vestirme con mi atuendo particular. Me guardé mis dagas en el cinturón y me ajusté las botas, y luego salí de la habitación.

Nada más salir de la habitación, miré a ambos lados, comprobando que no hubiera nadie en el pasillo, y luego me deslicé hacia la habitación más cara. No tenía ni idea se quién se alojaba ahí en esos momentos, pero fuera quien fuera fijo que tenía dinero.

Me quité la cinta de la cabeza y saqué el broche, para luego introducir el alfiler en la cerradura. Manipulé la puerta y esta se abrió con un chasquido, de modo que pude entrar en la habitación. Cerré detrás de mí y eché la cerradura de nuevo con el alfiler, y luego me volví para investigar qué podría quedarme.

La habitación era más grande que el resto de ellas, al fondo, debajo de la ventana, había una cama de matrimonio con una colcha dorada y color caoba. Luego había un escritorio de caoba repleta de papeles, y detrás una silla del mismo material preciosa.

Esbocé una sonrisita maliciosa y corrí hacia el escritorio, y comencé a revolver entre todos los papeles en busca de algo de valor.

Solo encontré cartas. Qué asco, odio leer. Dejé las cartas a un lado y comencé a tantear en busca de cajones. Al fin abrí uno, y ahí encontré un collar de lo que parecían perlas. Precioso. Lo escondí entre mi ropa, y seguí revolviendo con las manos, buscando más cosas de valor. Bah, no había más que más papeles y un tintero y una pluma de faisán. Me quedé con la pluma, de todas formas, la podría revender por un buen precio.

Cerré ese cajón y abrí otro. Este parecía contener algo más interesante... Pero no tenía nada de valor aparte de un broche de lo que parecían zafiros.

Abrí el último y fruncí el ceño. Parecía que todo lo que tenían que costaba un buen dinero se lo habían llevado.

Me puse en pie y busqué más cajones con insistencia. Tiré todos los papeles de la mesa y tanteé el tablero en busca de algo más, a pesar de que ya había registrado todo, y finalmente golpeé la mesa con ambas manos, frustrada. Y un compartimento secreto se abrió.

Alcé una ceja, sorprendida. Luego me asomé con curiosidad y encontré un pequeño cofre con una cerradura. Parecía valioso solo con verlo, la cerradura y las esquinas eran de oro. Lo cogí y manipulé la cerradura con el broche de zafiros que había encontrado, y después lo abrí con impaciencia.

Dentro había una carta. Esta sí llamó mi atención, si estaba escondida sería por algo. Fui a abrirla, y descubrí que debajo había algo más...Debía ser algo valioso, tendría que ser super caro, mi mirada se centró en...¡¿UNA FRUTA?!

Me encogí de hombros. Al menos no me quedaría con hambre...Me hice con ella con avidez, y la mordí. Y¡ casi la escupí, sabía fatal! Tragué con dificultad. Igual estaba medio podrida por un lado. Le di la vuelta y le di un bocado por ahí, pero seguía sabiendo igual. ¿Por qué demonios guardaría alguien una fruta tan asquerosa en un compartimento secreto? Por algo sería. Era tanta mi curiosidad como mi hambre, y de pronto me di cuenta de que la había devorado sin percatarme de ello siquiera. Me sentí diferente, pero no sabría decir de qué forma...

Me encogí de hombros, y fui a salir de la habitación cuando escuché que alguien metía la llave en la cerradura. Di un respingo y salí corriendo a esconderme. Me paré en medio de la habitación, vacilante, no sabía donde esconderme. Al final me deslicé hacia la ventana con intención de salir, pero cuando la abrí una mujer entró, y chilló al verme ahí. Me llevé el dedo a los labios indicando silencio, pero llegó un hombre y me gritó que me quedase quieta.

Sonreí inocentemente y alcé una mano.

-¡Hola!-dije simplemente.

El hombre avanzó hacia mí a grandes zancadas, con intención de pegarme, seguro. Yo le paré con una mano y retrocedí aún más.

-Oye, que soy de la limpieza-mentí, poniendo mala cara.

El hombre miró a su alrededor y señaló las cartas del suelo, y preguntó "¿y eso?"

-Pues que estaba limpiando el escritorio-dije con voz convencida, mirándole como si fuera obvio.

Él no me creyó, y siguió avanzando. Yo corrí en dirección a la puerta, pero el señor iba bastante deprisa, me iba a alcanzar. Para defenderme me hice con un tintero, podría golpear con él si fuera necesario. La mujer me detuvo y trató de sujetarme, pero me escabullí.

Acabé acorralada. Sin dudarlo un momento arrojé el tintero, aunque supiera que no iba en la dirección correcta, y cerré los ojos, fingiendo esperar una buena tunda, pero me llevé las manos a mis dagas. Pero escuché un "¡au!" ahogado. El tintero le había dado al señor en el vientre y éste se retorcía. La mujer no dudó en atender al hombre, y aproveché para escapar...Sin dejar de preguntarme cómo demonios podía haberle golpeado si el tintero iba dirigido al escritorio.