El infinito por distancia. (Richard Douson)

La noche estrellada daba soplos cortantes de aromas que se perdían de calle en calle, una leve brisa corría y se chocaba al final de cada callejón. Una resplandeciente y plateada luna era el centro de atención en el paisaje. Barcos procedentes de diversos lugares se amarraban en los puertos de aquella isla de diversiones, o al menos que para mi lo era, mi Inglaterra. Me encontraba en una taberna, que misteriosamente se teñía con tonos anaranjados como el fuego, con mi preciado pañuelo de reflejos azules como el mar en mi cabello, apoyada en la barra de bar con una botella de ron en mano, estaba feliz y despreocupada.

Aquel lugar estaba repleto de gente, gente con ganas de pasarlo bien, de buscar alguna diversión en su vida llena de monotonía, de desahogarse y evadirse de sus penas y, por supuesto, de sus problemas que no paraban de retumbarles en sus cabezas. Siempre había alguna pelea que animaba el establecimiento, como también gente que tocaba instrumentos de cuerda acompañada por los cánticos de sus voces.

Oí a un grupo de camaradas, que se situaban en una mesa, llamarme por el apodo que me pusieron hace un largo tiempo. - ¡Tabernera! - gritaban reclamándome, pero nunca molestándome. - Ania, ¿por qué no nos traes unas jarras de ron y te vienes un rato aquí? - dijo otro del mismo grupo entre carcajadas, uno que conocía bastante bien. Yo me burlaba de ellos sarcástica y entre sonrisas, mientras me reía por dentro. Pensaba que ninguno de ellos merecía mi compañía...

Estaba bebiendo, pero cerveza, no ron. No es que no me gustara, pero a mi edad no creo que era bastante apropiado...Me encontraba en una mesa, un poco apartada de la multitud, mayoritariamente borracha, que no me complacía estar cerca de ellos. Observaba el entorno con las cejas medio levantadas y tragandome lo que me quedaba de cerveza en la boca. Vi, entre todo aquello, una joven tabernera, bastante "atractiva", que atendía a todos nerviosa y estresadamente. Vi, también, que algunos hombres (logicamente borrachos), la llamaban para pedrile mas bebida y de paso le pedian que se fuera donde ellos, y se quedara un rato alli, aunque no me gustaria pensar el por qué... Necesitaba un poco mas de cerveza y quizas algo para picar, que acompañara la bebida, asi que no dude en llamarla, pero con una voz diferente, para que no se pusiera mas nerviosa.

-Joven,-dije un poco mas alto y le hice señas para que viniera-¿me podrias poner, por favor, un poco mas de cerveza y algo para picar?-la mire. Tenia unos encantadores ojos azules, de un parecido al mio, pero a la vez, diferente. Ademas, cuando se habia acercado me habia parecido mas mona de lo que habia sido antes, cuando la veia a distancia. Sonrei con mi sonrisa encantadora (off: jajajaja, Ania, no lo olvides) y espere su respuesta.

Después de oír sus palabras hacía mi, pegué un trago a la botella de ron y sonreí irónica pero a la vez feliz. Mis compañeros eran lo suficientemente cómicos como para decir tales tonterías, pero sabía que ni mucho menos conseguirían hacerme nada, ni aunque estuvieran borrachos. Que me llamaran por mi antiguo apodo, aunque no me molestase, era una cosa muy diferente a que verdaderamente lo fuera, y no tenía ninguna intención en servirles.

El tabernero se dirigió hacia mi, dentro de la barra del bar. - ¿Te están molestando? - Me dijo con tono seguro, y al ver mi cara se pudo dar cuenta de que no era así, es más, parecía que me burlara de ellos. - No, no llegan ni a merecer que los nombre - Dije segura y lo suficientemente alto como para que me escucharan, después oí sus quejas, era evidente que estaban de broma. Volví a beber de la botella, que posteriormente deje en la mesa. El tabernero me dio las jarras que habían pedido y me guiño el ojo, ¿Quería de verdad que se las llevara? bueno, al final acepté y se las llevé.

Cuando les dejé las jarras mi mirada se desvió a un joven que estaba en una mesa aislada de la muchedumbre y el jaleo. Al parecer me llamaba, y habría creído pensar que era camarera o algo por el estilo... bueno, quizás esa noche estuviera ayudando demasiado a la taberna, pero sabía que lo hacía por gusto, y tenía mis motivos aparte. Yo me acerqué a él, me pidió que le trajera algo de picar y un poco más de cerveza, muy amable y en otro tono mucho más tranquilo. Sí, al parecer me había confundido, "perfecto" pensé sarcástica, luego sonreí pícara y le miré. Tenía el cabello castaño y los ojos de color azul muy intenso, además, tenía una sonrisa encantadora, así que decidí aceptar su propuesta. - Sí, claro... - Dije cambiando un poco mi sonrisa, y dirigiéndome a la barra, mientras el tabernero me preparaba lo que tenía que llevarle. Había mucho ruido en la taberna, y se podían entender muy poco las voces. - ¿Quién es? - le pregunté al tabernero algo sorprendida mientras miraba al chico. - No le he visto mucho por aquí, pero parece buena gente. Sea quien sea, al parecer no te conoce. - "Por poco tiempo" pensaba mientras cogía el pedido y me volvía a dirigir a él. - Aquí tienes. - Dije mientras se lo dejaba en la mesa con una gran sonrisa.

-Sí, claro... -me respondio, sonriendome tambien mientras se dirigia a la barra a recoger lo que habia pedido. Fingí estar distraido, pero a la vez, observaba a aquella chica. Estaba recogiendo lo que le habia pedido, pero vi cómo le preguntaba algo al camarero dirigiendo su mirada hacia mi. Me imagine lo que le estaria preguntando, pero luego mis pensamientos se desviaron en otra direccion hasta que la joven se acerco a mi.

-Aquí tienes-dijo mientras me lo ponia en la mesa con una gran sonrisa. Le sonreí yo tambien con una sonrisa encantadora () y le di las gracias. Estaba apunto de irse cuando pense algo en un segundo y luego la paré.

-Espera. (off: voy a utilizar este color, me gusta mas)-tome aire-¿Te apeteceria relajarte un poco depues de que hayas terminado?-sonrei de nuevo. No era como las otras taberneras que habia conocido, pero invitarla a tomar algo o a hacer algo no significaba que me habia enamorado de ella, bueno, era atractiva, no lo niego, pero tampoco deseaba a muerte salir con ella o algo asi. Ademas, apenas la conocia, pero de ahora en adelante, si ella aceptaba mi invitacion ya podia decir que la conocia.

Él también me sonrió, y a decir verdad, con una sonrisa ¿encantadora? sí, esa era la palabra adecuada. Eso me hizo pensar que posiblemente le daría igual quien fuera o lo que hiciera, y borré mi sonrisa para dirigirme lo antes posible hacia la puerta, quería salir de aquel lugar... pero, al escuchar de nuevo la voz del joven, que quería que esperara, me detuve y lo volví a mirar alzando una ceja. Me preguntó si quería relajarme un poco después... ¿relajarme? no sé si esa sería la palabra adecuada, pero al parecer quería invitarme a hacer algo después de que "terminara", y si se refería a mis ayudas a la taberna, ya había hecho bastante, pues era pirata, y eso, solo lo hacía por gusto.

- ¿Sabes una cosa?, Creo que sí. - Dije un tanto segura de mis palabras. - ¿Nos vamos? - pregunté, sabía que estaba confuso, y suponía que pensaba que terminaría un poco más tarde, pero la verdad es que no había nada que terminar, yo me preguntaba como reaccionaría cuando se enterara de que era pirata, pero mi comportamiento le debía de haber dejado varias pistas. Mientras me seguía, sabía que los piratas de la otra mesa nos miraban, y no con buenos ojos al joven acompañante. - Ves a aquellos de ahí - dije parándome y haciéndole señales con los ojos. - Pues al parecer no les gusta nada que yo me vaya - Sonreí irónica y abrí paso para dirigirme a la puerta, mientras ellos nos miraban y se reían, habían escuchado mis palabras, y con ellas les abría hecho pensar que él era de confianza.

Antes de salir, le quite a uno el sombrero, que ha decir verdad, era muy bonito, y no se dio ni cuenta aunque le acompañaran mis palabras con un "gracias" irónico. Salimos de la taberna, que seguía con su alboroto, le miré a los ojos, parecía un buen chico y no tenía intención de pretender nada con él, pero había algo que me decía que era diferente.

(Off: me has quitado el color xD Jajajaja, lo de la sonrisa encantadora.. xD)

-¿Sabes una cosa?, Creo que sí.-dijo segura-¿Nos vamos?-me pregunto. Me quede un poco sorprendido y me imagine que ella lo noto porque seguro que sabia que yo me imaginaba que ella terminaria mas tarde, y acerto. Eso mismo pensaba yo, pero me paso por la cabeza que ella queria salir cuanto antes de alli, ese lugar no le gustaba mucho. Mire hacia una mesa de hombres, seguramente piratas aunque me daba completamente igual lo que fueran, que me miraban bastante mal, pero no levante ni una ceja.-¿Ves a aquellos de ahí?-me dijo al observar que nos miraban. Empezo a hacerme señas con los ojos.-Pues al parecer no les gusta nada que yo me vaya-y con esto se abrio paso hasta la puerta para salir, conmigo detras. Vi que seguian mirandonos y a la vez riendonos, habian oido lo que ella habia dicho, pero aquello parecia darle igual. Antes de salir, le quito el sombrero a uno, bastante bonito, pero no salio antes de darle las gracias en un tono ironico por el sombrero, y claro, el hombre no se dio ni cuenta.
Salimos fuera. La noche era perfecta, o eso me parecia. No hacia ni frio ni calor, pero estaba bastante fresquito y agusto aunque aun se oia el alboroto de la taberna. Me miro a los ojos, parecio pensar algo, pero no dije nada. Despues de unos segundos en silencio, lo rompi.

-No parece caerte bien la taberna, pero al fin y al cabo de las apañas, y posiblemente te diviertes riendote de lo inutiles que pueden llegar a ser cuando se emborrachan-rei-Soy Richard. Richard Douson.

Sentí la brisa marina rozar mis cabellos suavemente, mientras estaba con mis pensamientos en la cabeza, él rompió el hielo, me dijo que parecía que no me caía bien la taberna, pero que me las apañaba y me burlaba de esos inútiles, después sonrió... le habría respondido, que no era eso, que era otra cosa... pero, cuando iba a preguntarle cómo se llamaba él se adelanto. Se llamaba Richard Douson, nombre bonito, le quedaba muy bien y parecía muy convincente.

- Ania, Ania Lans. - Me presenté, sin miedo a ser reconocida o descubierta, con voz sinuosa. - Pirata y aventurera. - Añadí entre sonrisas aclarando mi identidad. Además, quería saber si realmente quería acompañarme, no me gusta nada ocultar la verdad, por eso mismo prefería saber como reaccionaría con una pirata como yo. Era evidente que Richard estaba algo confuso, y no era de extrañar, pues a pesar de salir de aquel sitio así como quien dice, se creía que tenía otro oficio.

Aunque, en ese momento me daba igual lo que pensara, si no quería acompañarme por ser sincera, lo sentiría mucho, y si pensaba que estaba loca por desvelar mi identidad así como así, tampoco me importaría, pues mucha gente me conocía tal y como era y no había habido problemas hasta ahora, y esperaba que no los hubiera. Era diferente, como ya había mencionado antes, y no tenía intención de hacerle ningún daño. - Por lo de la taberna no te preocupes, mis camaradas pueden llegar a ser insoportables, inútiles, e incluso bromistas. - Añadí para dar confianza - Pero como bien dices, me las apaño estupendamente. ¿Quieres que vayamos a algún sitio en especial? - Dije con media sonrisa en mi cara mirándole a los ojos.

-Ania, Ania Lans.-despues, añadio-Pirata y aventurera.-dijo. Me sentí un poco confuso, no me esperaba que fuese pirata, aunque sabia mas o menos y tambien por experiencia, que los piratas disimulaban con otras cosas. La verdad, me importaba poco lo que fuera, me daba igual la vida que habia elegido cada persona con la me encontraba, solo me importaba encontrarme con personas como Ania.-Por lo de la taberna no te preocupes, mis camaradas pueden llegar a ser insoportables, inútiles, e incluso bromistas.-añadio mas tarde-Pero como bien dices, me las apaño estupendamente. ¿Quieres que vayamos a algún sitio en especial?-me pregunto para acabar la frase. Me quede pensando un segundo.
-Mmm...me gustaria que me llevaras tu a algun sitio en el que podamos sentirnos bien y que te guste, incluso si quieres a tu lugar preferido (si es que tienes), ya que yo no conozco muy bien la zona, mucho menos el pais. Asi te conoceria mas a ti que al lugar donde estamos...-me calle un instante. Creo que habia sido demasiado directo, aunque tenia razon, me importaba mas conocerla a ella que conocer el lugar. Era, efectivamente, una chica bastante especial, me habria gustado conocerla mas a fondo, seguro que habia misterios en ella. Ademas, era aventurera, como yo, pero habria que ver si lo era mas o menos que yo.

Después de escuchar la respuesta de Richard, el silencio se apropio del momento en un instante, hablo de forma clara y sincera, y muy directo con sus palabras. Quería que fuéramos a un sitio tranquilo, que me gustara, incluso que si quería le llevara a mi sitio preferido. Yo nunca había llevado a nadie a mi lugar "preferido", y a un que no tenía la intención de hacerlo, él podía llegar a ser una excepción más adelante, pues era el único lugar donde me gustaba pasar el rato sin compañía, donde mis pensamientos podían rondar con serenidad, donde iba cuando me decepcionaba con algo.

Añadió que no conocía muy bien el lugar ni la zona, pero lo que más me sorprendió fue que dijera que prefería conocerme a mi. Quizás no debería de haberme sorprendido con eso, pero es que después de todo, él también me llamaba la atención, eso o, su forma de ser. - Muy bien... pues vamos. - Dije con media sonrisa en mi cara, ya tenía en mente el sitio adecuado donde podíamos ir.

Comenzamos a andar por las calles de Inglaterra, empece a pensar que no todos los lugares eran buenos, tranquilos y apropiados, contando con que yo era como era, y muy pocas veces rozaba la tranquilidad, pues me gustaba más vivir la vida con energía y viveza, sin saber lo que me esperaba a la vuelta de la esquina, como... en ese preciso momento. - Bueno, y tú ¿A qué te dedicas? - Pregunte mientras le miraba de forma intrigante, tenía curiosidad por saber en que gastaba su tiempo o a que se dedicaba. Se podía ver como aquellas calles estaban cada vez más vacías, la gente ya se iba a sus casas y establecimientos, era ya de noche, y muy pocos preferían salir a tocar sus instrumentos musicales, a pasear, o simplemente a divertirse.

-Muy bien... pues vamos-dijo. Supuse por su cara que ya sabia donde ibamos a ir. Empezamos a andar tranquilamente por las calles vacias, se notaba a esas horas la ausencia de personas, musicos...
-Bueno, y tú ¿A qué te dedicas?-me pregunto de repente, rompiendo el silencio. Me quede un poco pensativo, pero sin que se notase mucho. Por supuesto, le diria la verdad, ¿como iba a mentir a una cara angelical?
-Busco aventuras. No me dedico a nada en especial, a veces cuando me aburro ayudo a las tabernas y a gente que necesite ayuda, asi gano yo tambien algo de dinerillo. Pero no el dinero es mi primer problema, soy libre, eso es lo que me importa-dije muy seguro de mi mismo con una sonrisa de labios apretados. Esperaba que no creyese que era un vagabundo, claro, que no lo era, solo que era una persona libre, que me gustaba la aventura y que me sentia bien con mi vida. No podia preguntarle lo que ella me pregunto a mi, porque ya sabia a que se dedicaba... Me queria quedar en silencio, y que siguiera ella, aunque me habria sentido un poco inferior, como si ella tomase el mando. Me gustaba que continuara ella, parecia que lo tenia todo preparado, era dificil de sorprenderla. No se me ocurria nada, y era mejor nno decir nada a decir algo con el que se aburra, o algo tonto. Suspire un "Bueno..." despues del pequeño silencio, mientras me metia las manos en los bolsillos. Ante mis dudas, le pregunte algo un poco..algo.
-¿Trabajas todos los dias?-no estaba seguro de como era la vida pirata, si trabajaba, si navegaba, si buscaba aventuras, como yo, la palabra "pirata" me recordaba a libertad, no a trabajo, aunque claro, pensaba que trabajaba para no aburrirse porque si solo haces lo de un pirata uno se aburre mas o menos...

- Con que aventurero ¿Eh? - Fue lo que dije después de esbozar una pequeña sonrisa pícara, de esas que salen sin darte apenas cuenta. Él afirmó ser lo, buscaba aventuras, pero no se dedicaba a nada en especial, sin duda era diferente. También añadió que se ganaba el dinero ayudando a tabernas y a gente que necesitaba ayuda en otros momentos, pero, que el dinero no era su primer problema, si no que le importaba más su libertad. Analizando todo eso llegué a la conclusión de que era un buen muchacho, con ideales muy claros y firmes, y algo terminó de convencerme, cuando mencionó que era libre. Pero, quizás, el tenía otro modelo acerca de la libertad, muchas personas piensas de forma diferente en ese tema, y otras muchas creen que la libertad no existe, que siempre somos prisioneros de algo. Yo, tengo mi propia forma de vida, y en ella se implica la libertad, pero eso sería difícil de explicar.

Le volví a mirar a los ojos profundamente, era un chico fascinante, que a la vez que se tomaba la vida con naturalidad, hacía, que en el fondo, se escondiera una persona maravillosa. No recordaba haber hablado nunca con alguien de esa manera, y aunque pareciera todo lo contrario, me sorprendía mucho la forma con la que dialogaba, y no sabría decir si era por su forma de ser o por la manera con la que se manejaba. Por un segundo me pregunté en que podría estar pensando. Noté un cierto suspiro acompañado de un "bueno" lento y seguido. Se que sería una estupidez, pero eso hizo que me engañara de nuevo a mi misma pensando que era alguien normal y preguntándome en que narices estaría pensando o... sintiendo, pues aunque era cierto que el trato que estaba teniendo con él era del todo normal, yo, habría jurado poder haber sentido algo completamente diferente e inexplicable. Me preguntó si trabajaba todos los días.

- ¿Trabajar? No creo que esa sea la palabra adecu... Oye ¿Esto no lo habrás preguntado para dar conversación, verdad? - Añadí después rápidamente sin pensar si quiera lo que le había dicho, pues algo no pintaba bien, y no me refería a la conversación con Richard, que era fantástica, si no a lo que percataban mis ojos en ese momento... Observé unas ligeras sombras procedentes de una calle antepuesta a la que andábamos, parecían tres personas, y no con muy buenas intenciones que digamos. Me preocupé porque quisieran atacarnos, no por mi, si no por Richard, lamentablemente si no nos íbamos de allí tendría que enseñarle a él lo que en verdad era mi trabajo. Creo que era el momento adecuado de llevarle a mi lugar preferido, ya no solo por quererlo si no también porque aquellas circunstancias me obligaban, pues me dio la impresión de que aquellos tipos eran unos ciertos conocidos...

-¿Trabajar? No creo que esa sea la palabra adecu... Oye ¿Esto no lo habrás preguntado para dar conversación, verdad?-dijo depues de haberla preguntado.
-Pues, me parece que si-sonrei-No quiero que nos aburramos mientras vamos, soy muy soso preguntando, eso es lo unico que se me ocurrio. ¿Como voy a preguntar si trabajas para conocerte mejor? No, quiero conocerte, pero mas a fondo y mas adelante, cuando ya estemos...tranquilos y ya hayamos llegado-volvi a sonreir. Era una chica lista, no lo negaba. Bueno, aunque no esperaba que la molestara el hecho de que queria dar un poco de conversacion para no aburrirnos, como habia pensado, no se me daba bien sacar tema en algunas ocasiones, al fin y al cabo tambien tenia que ser sincero. Supongo que las preguntas interesantes vendrian despues... En ese momento me di cuenta de que tres sombras merodeaban por alli, pero no reaccione. Mire de reojo a Ania, parecia...preocupada, pero no por ella, me parecio que por mi. Era aventurero, las peleas y los problemas eran parte de alguna que otra aventura, estaba preparado para cualquier cosa, asi que no me inmute ni para acelerar el paso, pero notaba que Ania queria irse de alli, asi que estaba dispuesto a obedecerla si ella queria que nos fuesemos mas rapido, confiaba en ella. Para ser sincero tambien yo estaba preocupada por ella, pero no mucho, al fin y al cabo era pirata y una chica bastante atrevida y valiente, se veia que no temia a nada-Veo que tenemos
tres pretendientes vagueando por ahi en busca de victimas que asustar...-seriamos sus "victimas" a las que pretendian asustar, si eran el numero de personas que pensaba, aunque yo apostaba que no lo iban a conseguir si lo intentaban. Aunque claro, no deseaba que nos molestaran...

Sabía que me estaba hablando, y aunque no le estuviera mirando fijamente pude escuchar una pequeña afirmación directa a mi pregunta apresurada, un sí, así que volví a mirarle. Sus palabras llamaron más mi atención, al menos algo más que esos tres tipos. No quería aburrirse, anunció que era soso preguntando, pero que me quería conocer más a fondo cuando estuviéramos más tranquilos en el lugar al que nos dirigíamos, después de eso, sonrió. - Es más fácil conocerme cuando se improvisa sobre la marcha. A, y no, no eres nada soso, yo más bien diría que eres... ingenioso. - Al parecer él ya se había percatado de que teníamos compañía, y no sintió ningún temor. - Sí, eso parece. - Dije con una sonrisa atractiva mientras ladeaba la cabeza sutilmente para que me acompañase, y seguí caminando todo recto como si nada, aun sabiendo que esos tres bribones nos estaban vigilando y posiblemente quisieran asaltarnos. En ese momento no sabía lo que hacía, pero tenía el valor suficiente como para enfrentarme a ellos si era necesario yo sola, además, solo eran tres...

- Vaya, vaya, a quién tenemos por aquí, pero si es Ania, o mejor dicho, la gran pirata Ania, ¡bah! - Eso es lo que pude escuchar detrás de mi, la voz de uno de esos tres, acompañada por las risitas burlonas de los otros dos, "Genial, un trio de ladrones dispuestos a meter las narices donde no les llaman" pensé mientras les miraba disimuladamente, sin duda ya me había cruzado con ellos anteriormente, y no desde hace mucho... - Que bien te acuerdas de mi, me sorprende, ¿Lo has sabido tú sólo, o te lo han tenido que recordar? - añadí un tanto irónica, después sonreí a Richard. - Déjate de juegos ¿Quieres? Esta misma mañana nos quedo algo pendiente ¿Recuerdas? - Estaba algo furioso, sin duda era un gran tipo, y no me refiero a su personalidad, que en fin, para que vamos a contar... si no a su aspecto físico, robusto y corpulento, muy diferente a la de los otros dos, que eran mucho más delgados que él. - Tengo un ligero recuerdo... ¡A, sí! Estabas borracho. - Sí, quizás me había pasado un poco con la ironía. - ¡Me retaste! - Si no fuera porque parecía un inepto, hubiera dado un poco de miedo. - Yo no reto a borrachos, diría que fuisteis vos el que tuvo el placer de hacerlo, reto, que por supuesto, yo rechace. Hay que saber cuando se pierde. - Después de decir eso sonreí con la misma ironía dispuesta a marcharme de ahí, pensando, que él, lo dejaría pasar. - ¡No he perdido nada, me oyes! maldita bastarda. - Después de terminar la frase sacó su espada, ahora ya no estaba dispuesta a irme por nada del mundo, me había ofendido... - Vale, muy bien, acabemos con esto de una vez. Richard, me temo que tendrás que conocer una parte de mi antes de lo previsto. - Le sonreí de forma atractiva mientras desenvainaba mi sable.

Me quedé al lado de Ania observando su discusión con uno de ellos. Por lo visto, se conocían desde esta mañana. El hombre empezo a decir que Ania y el tenian una cosa pendiente y ella, siempre firme y segura de si misma con un pequeño tono burlon, le respondia sin alterarse, mientras que a el le sacaba de quicio hasta el punto de sacar la espada. Ni me inmute para proteger a Ania, aunque lo queria con todas mis fuerzas, pero ella me diria "No necesito proteccion" y sabia cuidarse sola. Ademas, yo tambien queria divertirme, pero no me podia meter, ya que era entre ellos, yo no tenia nada que ver con ello.
-Vale, muy bien, acabemos con esto de una vez. Richard, me temo que tendrás que conocer una parte de mi antes de lo previsto-me dijo mientras sacaba ella tambien su sable y al mismo tiempo me sonreia de una forma atractiva. Le devolvi la sonrisa con una mas encantadora y espere. Queria intervenir yo tambien, queria divertirme un rato, pero aun asi, espere a que los otros intervinieran tambien. Asi tendria un motivo, la "ayudaria".

El tiempo te da momentos en los que decides si planear o improvisar lo que pasará acontinuación, en este caso, jugaban los dos conceptos. Digo esto, porque en gran parte solía improvisar todo sobre la marcha, pero desde un principio había tenido la intención de que ellos, por su parte, se dieran por vencidos y dejaran de molestar merodeando por ahí. El escenario del enfrentamiento carecía de cosas que ayudaran a vencer al rival, sólo se situaba a un lado una carroza de carga para caballos que estaba vacía y no serviría de mucho, además de las mencionadas casas y tabernas que se situaban a cada lado de la calle.

Fue entonces, después de observar la mirada de Richard, cuando el tipo corpulento se abalanzó sobre mi violentamente con su espada, con el único propósito de conseguir hacerme daño, y bueno, acabar conmigo. Yo, con mi sable, me defendía de todos sus inútiles ataques y buscaba la forma de terminar con esa pelea lo antes posible, pues era ridículo pelear por cosas como esas, además no era muy cortés tener una pelea con un acompañante, pero si no había más remedio. Mientras el choque de mi sable y la espada de ese rufián sonaban, a Richard al parecer se le habían abalanzado los otros dos tipos. "Genial" pensé irónicamente, y del enfado surgió una gran fuerza de mi que hizo que mi rival cayera al suelo detrás de mi. Se me ocurrió una grandísima idea para contrarrestar ese tiempo, antes de que él mismo se volviera a levantar del suelo. Entonces salté sobre la carroza de carga, y esta a su vez se inclinó hacía mi lado por mi propio peso, di dos pasos, los suficientes como para saltar empujando a mi rival de nuevo contra el suelo y creando una maniobra en la cual acabaría sin su espada.

Ahora este se situaba tumbado en frente de mi mirándome con cara diferente, como si todas las palabras que había mencionado antes se hubieran desvanecido con el viento, parecía arrepentido. Yo, por mi parte me situaba delante de él, con una mano ocupada por esa dichosa espada, y la otra apuntándole a él con mi sable amenazántemente. - Te perdono la vida aunque tú no hubieras hecho lo mismo. - Creí que esa era la mejor opción, pues una muerte esa noche, no sería lo más apropiado, su arrepentimiento me serviría como moneda de cambio ha sus insultos. En ese instante sentí como la espalda de Richard rozaba contra mi espalda, al parecer lo tenía todo controlado, eso me hizo sonreír. No hizo falta hacerle ningún gesto a ese tipo para que se fuera y no volviera a molestarme, y mientras vigilaba como se iban para que no nos volvieran a hacer daño, noté como reprimía su rabia hacia nosotros. Mientras se escapaban, furiosos, tiré esa maldita espada contra el suelo, y guardé de nuevo el sable.

Me giré - Ya veo que se te da bien - y después de volver a ver sus ojos, sin pensármelo dos veces, abracé a Richard en un acto reflejo y le susurré al oído un "gracias", aunque hubieran pasado más de mil milenios desde haber vuelto a pronunciar esa palabra de verdad.

Mientras Ania estaba con su sable desenvainado, dispuesto a parar cualquier ataque y a defender, la vi observar alrededor. En su mirada note que buscaba objetos con los que atacar (o defenderse), pero una pequeña decepcion nos rodeo; no habia nada que podriamos utilizar, solo vi de reojo una carroza vacia, que, de acuerdo posiblemente con lo que Ania debia pensar, no nos serviria. Nuestras miradas se cruzaron, y fue entonces, consecuencia de que por solo un momento se distrayo, el rival de Ania se abalanzo sobre ella, y yo di un pequeño respingo. Entonces, quieto como estaba, observe la lucha entre una gran pirata y alguien que no le llegaba ni a la suela de los zapatos y no merecia ni pelear. Mientras estaba observando los magnificos esquivos de Ania, que los hacia con poco esfuerzo, ya que era una buena espadachina, los otros dos hombres se abalanzaron contra mí. Levante la mirada, junto con las cejas, y con media sonrisa de labios apretados solte un “Ya estamos” y empece a divertirme con ellos. No lo logre a ver del todo, pero sí de reojo. Ania hizo que su adversario cayera al suelo y soltara su espada. Mis enemigos se pararon, y yo tambien. Miraban atentos la escena de Ania con una espada en la mano, y en la otra, sujetaba su sable, dispuesto a ensartarse en el cuello de aquel hombre.

-Te perdono la vida aunque tú no hubieras hecho lo mismo – dijo Ania, firmemente. En ese momento, posiblemente como resultado de furia, o pensamiento de que su “líder” volviese a levantarse y a atacar de nuevo a Ania sea como sea, los dos hombres a la vez se abalanzaron sobre mí con las espadas apuntando hacia mi pecho. No me gusta presumir, pero el hecho de que tengo unos buenos reflejos me salvo la vida en ese instante, ya que estaba de espaldas y no sabía lo que estaban tramando aquellos infelices. Entonces me acerque a proposito a Ania, para chocarme con su espalda y de este modo, hacerle ver que estaba en perfecto estado y que no se preocupara porque me las arreglaba. En ese instante, el hombre se levanto y se fue corriendo, arrastrando con el a mis contrincantes, con unas pocas heridas que les habia hecho por no saber pelear como se debe, se veia que no tenian mucho entrenamiento, ademas de querer jugar sucio, uno de ellos casi saca una pistola. Mire a Ania. Tenia una cara muy firme y seria, y vi como tiraba la espada al suelo con estruendo y guardaba el sable. Se giro hacia mi. Su rostro se volvio mas dulce y suave.

-Ya veo que se te da bien – me dijo. Me encongi de hombros y sonrei, ella me
miraba con dulzura, me senti bien al verla. Ella, en cuanto me miro a los ojos, me abrazo, para mi sorpresa, y un “gracias” al oido me hizo cerrar los ojos. ¿Gracias? Gracias a ella, porque si no la hubiese conocido, si no hubiese conocido a aquella persona fantastica y maravillosa, nunca hubiese pasado esto. Muchas jóvenes me han abrazado, pero nunca como Ania, nunca. Ese si que era un verdadero abrazo. Cuando se despego de mi, le puse la mano en la mejilla y sonrei suavemente. Gracias a ella.

A lo largo de mi vida había pasado por muchas situaciones, situaciones en las que hubiera perdido la vida y más peligrosas que esta, y otras muchas de aventuras. De todas ellas recordaba momentos, los cuales me hacían pensar en como había llegado a ser quien era ahora. Pero todas esas situaciones, aunque alguna de ellas se hubiera parecido por los adversarios, no eran ni la mitad de especiales. Estaba claro que no había pasado por algo así, era totalmente diferente, él era totalmente diferente a cualquier persona con la que me hubiera podido cruzar.

Supuse que estaría sorprendido, y no era de extrañar, yo también lo estaba de mi misma. No sabía lo que de verdad sentía, y posiblemente nunca lo averiguara. Pues aunque me preguntara a mi misma que era lo qué estaba haciendo, nunca daría una respuesta coherente o que se asemejara a mi forma de actuar. Me desprendí de él, le mire a la cara y sonreí de forma sutil. Él por su parte puso su mano en mi mejilla suavemente con otra sonrisa. Baje mi mirada al suelo pensativamente y me mordí el labio, no quería que pensara que ocurría algo, pero tenía mis ligeras sospechas de que no podría controlar mis sentimientos. Volví a divisar sus ojos, puse mi mano en la suya suavemente y se la tome. - Ven, quiero enseñarte algo. - Ahora estaba completamente segura de poder llevarle a aquel lugar, mi lugar "preferido".

Comencé a andar mientras miraba atentamente que no hubiera nadie con ganas de entrometerse. La zona a la que nos dirigíamos no estaba muy lejos de ahí, pero pocos eran los afortunados que la conocían. Ya estábamos cerca de una zona costera con abundantes rocas gigantescas, pero que carecía de playa. Vi como Richard me miraba y sonreí. Por esto, creo que se puede comprender porque muchas personas no iban ahí, pero lo que ellos no sabían es que detrás de unos arboles y palmeras, oculta, había una zona de la costa que para mi era la más bonita de toda Inglaterra. Entonces salté y pasé por las tres rocas más grandes hasta llegar a la zona de los árboles, él me seguía y cuando vi que estaba cerca mía, cruce entremedias de la vegetación verde de los árboles. Antes de abrir paso me paré un instante y le miré a la cara, entonces aparté algunas de esas hojas verdes y continué. Ahora se podía divisar una amplia zona de playa con aguas cristalinas y fina arena.

Me situaba más delante de él, mirando el paisaje que lucía esa noche de los más bonitos. - Aquí es donde vengo cuando necesito pensar, reflexionar u olvidarlo todo... - Es lo único que pude decir. Nunca había llevado a nadie ahí y pensé que él era la persona indicada.

Ella, al sentir mi mano tocando su mejilla, bajo la mirada y se mordio el labio, pero no dije nada. Despues de ese instante, Ania me volvio a mirar a los ojos y cogio mi mano suavemente: -Ven, quiero enseñarte algo - me dijo, mientras la miraba interesantemente, a ver con que mas me podria sorprender aquella joven llena de misterios y cosas sorprendentes.

Empezamos a caminar, observaba como Ania a veces miraba a los lados para asegurarse de que nadie nos seguia. Supuse que era su lugar preferido lo que me queria enseñar, porque estabamos cerca de una zona costera, bastante rocosa, aunque ese lugar no tenia nada...fascinante, por tanto la mire un poco desconcertado. En respuesta a mi mirada, ella salto por unas rocas y lleguo hasta una zona de arboles, conmigo siguiendola, con una sonrisa de "esta chica esta llena de sorpresas, a ver con que sorprende ahora" porque aquella zona escondia algo. Despues de asegurarse de que estaba cerca de ella, se adentro en la vegetacion. Cuando la habiamos cruzado a entremedias, se paro y me miro. Y entonces, muy segura, aparto algunas plantas y continuo. Una playa de cristalinas aguas y fina arena se extendia ante nosotros. Abri inconscientemente la boca, presa del asombro. Yo, al ser tan aventurero y querer descubrir cosas nuevas, me quede maravillado de aquel espectaculo, habia visto playas asi, pero nunca como esa. Ania y su mundo eran mundos diferentes a todo lo que habia visto hasta entonces. Me habian abrazado muchas veces, pero nunca como aquella, habia visto lugares, pero nunca como aquel. Habia visto muchas cosas, pero nunca me habia cruzado con este mundo. Ni con Ania. Pense, si el paisaje se veia asi de noche, supuse que era imposible imaginarselo de dia, por lo bello que podria llegar a ser.

-Aquí es donde vengo cuando necesito pensar, reflexionar u olvidarlo todo...
- Ania, todo esto es increible, tu y tu mundo sois un mundo realmente sorprendente e impresionante... - le solte una parte de lo que pensaba, pero en vez de seguir, me calle, no queria estropear el silencio. Me sente en la arena, y le hice señas a Ania para que se acercara, sonriendo.

-Espera un momento - le dije mientras me levantaba y me perdia en la vegetacion. Al rato, volvi con un par de ramas secas y dos piedras. Me sente, Ania me observaba. Coloque las ramas como una hoguera e hice fuego con las piedras, me lo habia enseñado un viejo anciano con el que me encontre un dia mientras exploraba en una playa, de tanto practicar, ya era un experto, asi que el fuego lo hice en un minuto.
-¿Está bien así? - pregunte a Ania a ver que le parecia aquel paisaje mezclado con las llamas del fuego de nuestra pequeña hoguera. Parecia que mi mente me decia que queria quedarme alli con Ania, un oceano de misterio, sorpresas y aventuras. Sentia curiosidad por ella, pero a la vez, un sentimiento que no habia sentido hasta entonces con tanta intensidad ni de esa forma, estaba floreciendo en mi...

Me quité el sombrero mientras observaba el mar, con mirada perdida, pues toda mi atención ahora mismo se concentraba en sus palabras "Todo esto es increíble, tú y tu mundo sois un mundo realmente sorprendente e impresionante..." Esas hicieron que volviera a mirarle con una sonrisa que no había descubierto hasta entonces, ví como se quedaba callado mirándome. Él se sentó en la arena y quiso que fuera a su lado, así que me acerqué a él, pero antes de que pudiera sentarme él me pidió que le esperara un momento, después se adentró en la vegetación. Supuse que no tardaría mucho en regresar, así que me senté y le dejé marchar. Coloqué el sombrero, mi sable y otros artilúgios sobre la fina arena. Me quedé pensando mientras juntaba mis rodillas y agarraba suavemente mis piernas. Sabía perfectamente por esperiencia que no podía fiarme de nadie, y hacía bien, pero hasta entonces nadie había llegado a tal punto que hiciera que cambiara mi forma de pensar sobre ese tema, únicamente por él, entonces la confianza se cambiaría por curiosidad. Tampoco nadie había conseguido desde hace mucho tiempo que mi razón y mi corazón lucharan en un gran combate que poco a poco terminaría dejando a un solo vencedor.

Vi como Richard regresaba con algunas ramas y dos piedras, se sentó junto a mi, puso las ramas en forma de hoguera e intento hacer fuego con las piedras, y lo consiguió en poco tiempo. Vio que le observaba y me preguntó si estaba bien así, yo sonreí. - Está perfecto. - Eso fue lo que dije, porque en verdad era cierto, y a la vez mágico, todo.

Nuestras miradas se cruzaron junto con la luz de las llamas de la pequeña hoguera, nos miramos fijamente, entonces intuí que la razón había perdido el combate, sentí algo diferente. Poco a poco me fuí acercando a él, aproximando mis labios a los suyos para poder terminar la acción con un beso, pero, justo cuando cerré los ojos e intenté rozar su boca con la mia, un millón de preguntas revivieron haciendome pensar que la batalla no había terminado, entonces baje la cabeza sumisa. Preguntas del tipo "¿Pero qué haces? ¿Y tú eres pirata? Con que nunca te enamorarías ¿Verdad? ¿Dónde a quedado tu forma de vivir? ..." todas absurdas, patéticas y sin pregunta que merezca ser respondida, o al menos eso pensé al volverle a mirar a los ojos. Y es cierto que no malgasté mi tiempo en buscar ninguna respuesta, ¡al diablo! lo único que pude pensar es "Soy Ania, no tengo que dar razones y en lo importante me guio por el corazón, soy pirata, y los piratas también tenemos sentimientos" Él me había dado la fuerza para enfrentarme a la lucha más grande de todas, la del corazón, y definitívamente la había ganado...

-Está perfecto - fue lo unico que dijo en respuesta a mi pregunta. Alzamos la mirada a la vez, veia en sus azules ojos, que tan loco me tenian, el reflejo del brillo de las llamas de nuestra pequeña hoguera. Nos estuvimos mirando un largo rato, fijamente, cuando ella empezo a acercarse a mi lentamente, acercando su boca a mis labios. Algo en mi estomago hacia que me pusiera nervioso. Justo antes de rozar sus labios, ella se quedo quieta y bajo la cabeza. Yo, por mi parte, cerre los ojos y me imagine lo que Ania podria estar pensando. El amor... Ella era pirata. Posiblemente nunca se habia enamorado, y, ante este nuevo sentimiento no sabia como reaccionar. No sabia si estaba enamorada de mi, pero aquel intento de besarme respondio a mi pregunta. No queria obligarla, posiblemente, dominada por sus sentimientos, habria hecho algo que quizas no le habria parecido normal en otras ocasiones. Parecia confunsa, perdida (un poco quizas), pero me volvio a mirar, con aquel brillo en los ojos que parecia que habia pensado en aquellos pocos segundos, y en verdad, queria hacerlo.

A dos centimetros de nuestra cara, el aire pasaba, indiferente de nuestras historias, dispuesto a desaparecer del medio cuando nuestros labios se hubiesen rozado. Lentamente, para que le diese tiempo a reaccionar, le puse suavemente una mano en la mejilla y me acerque con cautela a ella, mientras mis ojos no paraban de mirar los suyos.

En ese instante, un ruido lejano se fue acercando hacia nuestro lugar, antes de explotar con un estrepido un poco mas lejos de la vegetacion que conducia a aquel lugar. Otee el horizonte y dislumbre un barco lanzando "bombas". Mire a Ania extrañado y sobresaltado, me levante en pie y le tendi la mano para ayudarla a levantarse. Otra vez nos interrumpian, ¿no veian que estabamos intentado "conversar"? Al parecer no.

Un lugar maravillosamente, mágico, una persona a la cual todos los sinónimos de especial, se le quedaban muy cortos, y un sentimiento por una parte desconocido, y por la otra muy intenso, hizo que pensara de nuevo, en que jamás había pasado por algo así, en desear que todo el tiempo se parara solo por estar cerca de él. Ni yo me creía lo que estaba pensando, me era todo impactante. Quizás, detrás de esas malditas preguntas a cerca de mi forma de ser (aunque simplemente fueran ridículas, pues al haberlo pensado bien, no había cambiado) y de no saber controlar la situación ante algo nuevo (pues hasta entonces, siempre había sabido como reaccionar), detrás de eso, quizás y sólo quizás, se escondiera el dolor, y no hacia mi, pues al parecer al que no quería hacer daño era a él... me había enamorado.

Sentí como poco a poco se volvía a acercar a mi, al mismo tiempo los latidos de mi corazón se aceleraban. Noté el tacto de su mano que suavemente se colocaba en mi mejilla, eso hizo que respirara hondo y manteniera el aire, al mismo tiempo que no podía dejar de mirarle intensamente a a los ojos. Y justo en ese preciso momento, un segundo después, el silencio se desvaneció. Un estruendo, que se hizo sonar, procedente del otro lado de la costa algo más lejos del paso de las rocas, nos interrumpió y llamo nuestra atención, sobresaltándonos. Richard, extrañado, se levantó tras otear el horizonte, después me tendió la mano para ayudarme a poner en pié, yo se la tome y rápidamente me levanté sorprendida.

Ese sonido me era tan familiar, por toda la experiencia a lo largo de mi vida. Tenía curiosidad de saber a que se debía que el barco interceptara a cañonazos, aunque ya me lo intuía. Sólo por los cañones pude averiguar que se trataba de un gran barco, supuse que sería un navío, y al divisarlo descubrí que no me equivocaba. Un navío, cañones, solo pude pensar una cosa más - Piratas. - Esa palabra salió de mis labios, fue pronunciada en sonido bajo y sinuoso al mismo tiempo que mis ojos se abrían un poco más, después mostré una sonrisa hacia un lado. Cogí mis pertenencias y me coloqué de nuevo el sombrero en la cabeza, apagué la llama con un suave soplido, creí que era lo mejor para no llamar la atención. Volví a mirar aquél barco en busca de alguna opinión - Y bien, ¿Alguna idea? - Quizás alguna que otra aventura más.

Ania, junto a mi, oteo el horizonte, parecia conocer que es lo que estaba pasando.

-Piratas - esbozó una sonrisa hacia un lado, que a mi me parecio burlona, y, al ver su cara traviesa, sonrei. Era como yo. "Duelo de espadas" y sonreia. "La muerte" y sonreia. Se lo tomaba a la ligera, diversion casi. Igual que yo. Cogio el sombrero y se lo coloco en la cabeza, despues, con un suave soplido, apago la llama y estuve de acuerdo con ella.

-Y bien, ¿alguna idea? - dijo despues de mirar el barco otra vez. A mi me dieron unas pocas ganas de reir, nos tomabamos esto como diversion, como si la pregunta de "alguna idea" fuera solo por si se nos ocurria algo y si no, lnos encogiamos de hombros e improvisabamos. Ania era igual que yo en ese sentido. Y eso hacia que lo que sentia por ella se volviese mucho mas potente. Encogerme de hombros fue la unica respuesta que pude dar, no queria abandonar aquel lugar, pero tampoco queria quedarme y acabar papilla cuando una de esas bombas nos alcanzasen. Mire a los lados buscando un refugio, y vi mas alla, dos rocas, formando como un triangulo, una apoyada en la otra. Me acerque para asegurarme de que era un buen refugio y despues me dirigi un poco a Ania, para avisarla. No termine la accion cuando aguze el oido y oi un bombardeo a lo lejos. Poniendo cara de susto, en un segundo corri como un rayo hacia Ania y la tire al suelo, la explosion cayendo en ese mismo lugar. Despues, la ayude rapidamente a levantarse, la cogi de la mano y fuimos directos a las rocas.

Dentro el espacio era lo suficientemente grande y ancho para caber los dos tumbados y el "techo" tambien era bastante alto, asi que se podia estar lo suficientemente comodos para aguardar a que los piratas se largasen de alli. No queria sentirme como un cobarde al huir, pero queria quedarme en esa zona para despues volver con Ania, a sentarnos en la fina arena y no logre encontrar otra forma de ponernos a cubierta que no fueran aquellas rocas, que me parecio que, como un milagro, habian aparecido alli, porque antes no recordaba haberlas visto. Y, ademas, no podiamos enfrentarnos ni defendernos de aquel navio. Mientras respirabamos alejando el nerviosismo, senti que en el brazo y un poco debajo del pecho un gran dolor no me dejaba respirar para relajarme. La explosion me habia alcanzado al evitar que ésta lo hiciese con Ania. Intente disimular un poco la sangre, pero me fue dificil.

Richard se rió levemente, había entendido la pregunta como yo. Al ver que encogía los hombros lo interpreté como un "¿Improvisamos?". La verdad era que eso se nos daba bien a los dos cuando no teníamos más remedio, y aunque lo tuviéramos, siempre terminamos improvisando. Al mismo tiempo que él observaba la playa, yo observaba mucho más el barco. No solo el sonido de los cañones de los barcos, en general, me resultaban familiares, si no que, ese mismo barco, ya me resultaba familiar, de haberlo visto antes, pero, no recordaba donde ni cuando. En mi cabeza podía ver imágenes borrosas de ese navío, sentía curiosidad por ir y descubrir de que se trataba pero a la vez intentaba recordarlo insistentemente. Entonces me acordé de la cara de una persona con la que me había cruzado, y, al mismo tiempo, un cañón apuntó hacia nuestro sitio, yo estaba perpleja.

Él me empujó haciendo que cayéramos al suelo, la explosión de la bomba había caído cerca de nosotros, rápidamente me ayudó a levantarme y me dirigió, agarrada de su mano, a una zona rocosa. Ya estábamos cerca, dos rocas grandes, una de ellas apoyada contra la otra, hacían una especie de cueva, un refugio, que dentro parecía mucho más amplio. Llegamos, acabé de rodillas en el suelo, me llevé las manos a la cabeza solo de pensar, que por un descuido inútil por parte mía, podíamos haber acabado muy mal parados. - Me, has salvado la vida. - Estaba algo nerviosa, demasiado, me pareció notar una pequeña sonrisa dulce escaparse de sus labios.

Los piratas podíamos ser muchas cosas, teníamos algunas cosas buenas, y bueno, un millón de cosas malas, pero jamás podíamos considerarnos "héroes", ni aparentar serlo. Sin embargo, a mi él, ya me lo parecía. Le miré y tomé aire, vi que algo no iba bien, debajo de su pecho tenía un poco de sangre, y en su brazo, aunque él lo intentaba disimular. - ¡Estás herido! - Las cosas se habían complicado, me sentía culpable, demasiado quizás, solo esperaba que no fuera muy grave. Por suerte conocía algunas técnicas de cura para este tipo de ocasiones. - Déjame que te ayude - Cogí un pequeño cuchillo que guardaba en uno de mis bolsillos del pantalón, no podía quitarle la camisa (tampoco quería rompérsela) aunque se hubiera manchado de sangre, además, había aprendido que era mejor tapar la herida y mantenerla fría, y al no tener agua cerca para desinfectar antes, no tuve más remedio. Veía que perdía algo de sangre, rajé un trozo amplio de mi camisa, después me llevaba el cuchillo a la boca para sujetarlo, todo esto muy rápido para que no le diera tiempo a reaccionar. Doble ese trozo que había rajado, y se lo puse en su pecho presionando, pero sin querer hacerle daño. Al parecer, paramos un poco la sangre. - Te pondrás bien. - Tenía intención de llevarle a algún sitio, no quería que la herida empeorara.

-¡Estás herido! - me dijo, antes de que le enseñara la herida que intentaba disimular, pero que ella habia descubierto-. -Déjame que te ayude - hice ademan de hablar, pero Ania lo hizo todo tan rapido que me quede un poco cofuso.

Cogio un cuchillo pequeño de sus bolsillos, me prepare para quitarme la camiseta, pero espere, si Ania lo necesitaba, me la quitaria. Pero no se por que, en vez de eso, se rajo la camiseta, cortando un amplio trozo que luego me coloco en el pecho mientras presionaba, con cuidado y temor de no hacerme daño, me asombraba lo cuidadosa que era. Habia pasado por muchas cosas peores, casi llegan a matarme, pero aun asi, respete que Ania me ayudase. Estaba sorprendido por su buen manejo de como me habia curado, yo posiblemente habria hecho lo mismo, pero no con tanta rapidez. Ella pensaba rapido.

-Te pondrás bien - me dijo. Yo la mire, sonriendo levemente y mirandola a los ojos.

-Ania, de verdad, te lo agradezco mucho. No creo...que fuese necesario que te rajaras la camiseta por mi. Ania, no te he salvado la vida, me la has salvado tu, en los muchos sentidos de la palabra. Y... - repire hondo y suspire - no quiero que te sientas culpable por haberte salvado la vida y haberme hecho estas heridas, que tu haces que se me curen, con tu encanto, haciendo que no sienta ningun dolor, para apartarte de la explosion. Para ser sincero, en este momento daria la vida por ti, y no me importa el dolor, porque, como te he dicho, tu haces que no sienta nada, solo me importa quererte - le sonrei dulce y suavemente, acariciando su mejilla. Toque la mano que estaba presionando en mi pecho y, cogiendo el trozo de camiseta, deje que su mano descansara, dejandome a mi taponar la herida.

No tenia ni palabras para ella. Ni para describirla. La amaba. Eso lo explicaba todo.

Él volvió a sonreírme, y a mirarme, con la mirada que hacía que olvidara todo lo demás. Se dirigió a mi con muchas de las palabras que podían ser sólo sacadas de su interior, sinceras y llenas de sentimientos. "Ania, de verdad, te lo agradezco mucho. No creo...que fuese necesario que te rajaras la camiseta por mi. Ania, no te he salvado la vida, me la has salvado tú, en los muchos sentidos de la palabra." Eso fue lo que dijo principalmente. ¿Qué yo le había salvado la vida? al fin y al cabo, he de reconocer que mi carácter decidido y seguro, no cambiaba mi forma de pensar acerca de los "héroes", por mucho que también fuera orgullosa, pero en este caso no me consideraba una total heroína. Simplemente algo me dijo que tenía que hacerlo, pues él, aunque le costara reconocerlo me había salvado de un gran peligro, y yo sentía culpabilidad, porque, si él no se hubiera tirado a ayudarme, ahora mismo no estaría así.

Después de un leve suspiro, continuó hablándome, dejándome aun más sin palabras, "No quiero que te sientas culpable por haberte salvado la vida y haberme hecho estas heridas, que tú haces que se me curen, con tu encanto, haciendo que no sienta ningún dolor, para apartarte de la explosión. Para ser sincero, en este momento daría la vida por ti, y no me importa el dolor, porque, como te he dicho, tu haces que no sienta nada, solo me importa quererte." Al mismo tiempo que me decía todo eso guardé mi cuchillo con la otra mano en el pantalón, y volví a mirarle a los ojos anonadada, porque todas esas palabras, sus palabras decían mucho de como era, y en verdad era un héroe.

Acarició mi mejilla, después colocó su mano en la mía, con la que estaba acodándole a tapar la herida, y se la taponó él mismo. Suspiré. - Bueno, yo... - No sabía que decir. - Jamás había oído decir a nadie que daría la vida por mi. - Él había sido el primero. La tensión del momento hizo que bajara la cabeza, los cañones aun sonaban algo lejos. - Tenemos que salir de aquí, tengo que llevarte a algún sitio para poder curarte eso. - Se que quizás era una mala idea salir de ahí, pero si no había otra solución, aun así esperé a que él me dijera si en verdad se encontraba bien físicamente y si le parecía buena idea, pero aunque se negara, tarde o temprano tendría que curársela.