Un dia solitario... ¿o no? (libre)

Abri mis ojos. Parpadee con dificultad, los sentia pesados y me ardian despues de haber dormido tanto. Me sente y mire ami alrededor con dificultad, a la vez que tallaba mis ojos con el dorso de mi mano como para despertarme por completo. Ahora recordaba donde estaba, me encontraba en esa casa abandonada a medio derrumbar, el primer lugar que vi para esconderme despues de tomar en el bar y haber huido para no pagar.

Me levante con algo de dificultad, me sentia mareada a causa del alcohol que habia tomado la noche anterior, necesitaba un poco de tranquilidad y recuperarme pronto, no podia desaprovechar ni un solo dia para robarle a alguien. Tome mi guitarra, no podia dejarla abandonada, a pesar que parecia que la casona no habia tenido un solo visitante desde hacia mucho tiempo nadie me aseguraba que alguien podia llegar como yo lo habia hecho y tomarla sin impedimento.

Sali por una ventana que daba a un callejon para que nadie supiera de donde salia. Camine unas calles, dos, tres, cuatro, ya habia perdido la cuenta. Realmente no llevaba un rumbo solo caminaba porque me sentia muy mareada como para hacer otra cosa. Segui caminando hasta que alguien que iba en sentido contrario a mi me dio accidentalmente un empujon, chocando hombro contra hombros, provocando que me cayera por mi mareo. Me acerque hasta la orilla de por donde pasaba la gente para no estorbar y me quede sentada ahi, al parecer me quedaria en ese lugar al menos por un rato

-Síp! tengo toooda la raaa...¡hip!...raaaazón. Ser pirata essh lo...¡hip!...lo mejjjor.-le dije con dificultad a la mujer que atendía la taberna. Me costaba pronunciar las palabras, y además me interrumpía por el hipo. Vale, tal vez me hubiera pasado con el ron, pero es que no me equivoco.

La mujer me miró como a una borracha cualquiera y se encogió de hombros.

-Si tú lo dices...-comentó mientras limpiaba una jarra con un paño húmedo.

Es la obligación de los taberneros y posaderos mantener feliz al cliente, y qué mejor manera de hacer feliz a un borracho que dándole la razón a todo lo que dice. Al principio la mujer se negaba a darme alcohol, porque seguramente le pareceré una niña todavía. ¿Hasta qué edad se considera niña a una chica? Sinceramente, dejé de ser una niña a los once años, tres años después de ser secuestrada por piratas. Y a los dieciséis empecé a tomar ron, así que no le veo ningún problema. Al final la tabernera accedió, y yo me senté tan feliz con mi jarra de ron.

-¿T...Te burlas ddde m...mí?-articulé-Mi...¡hip!...Miiira q...que a.. ¡hip!...a Valenntiinnna nnno le t...toma el peelo naddie...¡hip!, cu...cuiddadittto conmigoo, ¿ehh?-añadí, levantándome y avanzando hasta quedar solo separada de la mujer por la barra.

-Señorita, habéis bebido ya demasiado. Es mi obligación pediros que abandonéis el local-dijo ella, apartándome suavemente.

-¿M...me eshttásh llammando b...¡hip!...borrashhha?-dije, orgullosa.

Al final acabé fuera de la posada. No sé ni siquiera cómo, pero intuía que alguien me había empujado y tirado al suelo de rodillas, pues las tenía arañadas y sangrando. Qué malo es el alcohol. Me arrastré por las calles y finalmente me dejé caer en un callejón.

Desperté horas después, la boca me sabía a vómito y me dolía la cabeza. Por experiencias pasadas sabía que se me pasaría en un rato, en cuanto bebiera agua y me despejara un poco. Volví a deambular por las calles, buscando el mar, un baño en la playa me dejaría como nueva... Pero me sentía cansada, a saber cuánto habría caminado.

Me derrumbé de nuevo contra una pared, al lado de una joven que parecía hacer exactamente lo mismo que yo. Me resultó curioso que llevara una guitarra, nunca suelo toparme con otros músicos. Ella también me miró como si acabara de ver un perro verde, después de todo yo también iba cargando con una bolsa donde llevaba mi violín... y este se veía de sobra.

-Holaaaa-le dije. Normalmente lo habría gritado alegremente, agitando la mano y mostrando una sonrisa de oreja a oreja. Al menos la enorme sonrisa la conservaba.

Llevaba unos minutos ahi, entre sentada y tirada en el suelo con mi espalda recargada contra la pared. Habia muchas reacciones de las personas que iban pasando junto a mi. Unas cuantas me tiraban unas monedas, como si pensaran que estaba mendigando, no era mucho pero tampoco lo iba a despreciar, el dinero siempre seria dinero al fin y al cabo. Incluso pasaron junto a mi una pareja claramente de un nivel economico alto, de las cuales solo recibi sus caras de desagrado, a lo cual yo respondi con una sonrisa burlona, ellos simplemente voltearon de golpe, como si ese acto me hubiera hecho desmerecedora incluso de su mirar.

La gente seguia pasando, pero yo ya no les tomaba importancia, se habia vuelto bastante monotono, parecia que incluso ya podia adivinar por la apariencia como actuaria tal o cual persona al pasar junto a mi. Recogi el resto de las monedas que habia en el suelo y tome mi guitarra por el mango con la idea de que fuera un punto de apoyo para levantarme, pues estaba a punto de irme cuando una chica se sento junto a mi, no tenia intencion de tomarle mucha importancia, solo la mire, su cara denataba el cansancio de una noche en vela, me preguntaba si yo me veria igual. De pronto me llamo la atencion una bolsa que traia consigo, se alcanzaba a ver algo como el mango de mi guitarra pero mas pequeño, debia ser un violin, si no ¿que mas podria ser?.

Me saludo alegremente mientras me mostraba una enorme sonrisa, a pesar que claramente estaba deshecha de cansancio, eso era digno de admirarse. Correspondi sonriendole de igual manera -Hola- Una charla no seria mala idea, al contrario, era una buena forma de pasar el rato recuperandome para en la tarde volver a las andadas. La mire de nuevo, me parecia algo familiar, me recordaba a alguien de la noche anterior en el bar -Me pareces familiar.... ¿acaso estuviste en el bar anoche?- Hubiera reconocido su rostro de inmediato, de no ser por la tremenda borrachera que habia tomado esa noche y porque habia salido huyendo del lugar

La chica me dijo que le resultaba familiar, y a continuación preguntó si había estado la noche anterior en el bar. Asentí con un gesto rápido, que hizo que me crujiera el cuello y que pusiera una mueca. Me da tanta grima cuando me cruje alguna articulación.

-Sí, allí estuve...y me parece que no voy a volver en mucho tiempo-dije con voz suave. Me pitaban los oídos-Primero no me querían servir, y luego me echaron como si fuera una borracha cualquiera. Mira cómo me dejaron las rodillas-expliqué, señalando mis rodillas arañadas y manchadas de sangre y alguna mancha negra, del polvo del suelo probablemente.

Contemplé a la chica, ella también me resultaba vagamente familiar. Igual sí que habíamos coincidido, incluso hablado. Pero no recordaba. Suspiré, me dolía la cabeza y mis oídos estaban taponados y producían un espantoso pitido que me molestaba. Miré después la pequeña guitarra que llevaba con ella.

-¿Tú tocas?-le pregunté, señalando el instrumento. Luego saqué mi violín de mi bolsa para enseñarlo-Yo sí-añadí, con mi enorme sonrisa.

La pregunta que le habia hecho era clara para recibir una respuesta igual de clara, la cual obtuve al ver como asentia con un movimiento rapido de su cabeza, seguido por una mueca de disgusto, tal vez se habia mareado o le habia dolido la cabeza por moverla tan aprisa. Escuche que decia que no volveria en un tiempo, a continuacion oi su historia a lo que asenti pero con una mayor suavidad que como lo habia hecho ella, no me fuera a pasar lo mismo. -Posiblemente no volver a ese lugar por un tiempo sea un buena idea, aunque sea una desgracia no tomar en ese tiempo- Dije encogiendome de hombros al ver los raspones en sus rodillas

La gente seguia pasando, si cuando estaba sola me miraban mal ahora se podria decir que nos miraban doblemente mal, no era de a diario que dos personas se sentaran en una via publica y se pusieran a hablar como si estuvieran en su casa, que mas me daba, yo no tenia casa donde sentarme a hablar en provado, aunque estaba considerando darle una remodelacion a la casa abandonada donde habia dormido para alojarme y tener al menos un techo y asi ya no preocuparme por la lluvia.

Su comentario me saco de mis pensamientos sobre mi posible nuevo escondite, mire hacia donde señalaba, justo a mi mano izquierda donde aun sujetaba mi guitarra por el mango, entre la platica, mis pensamientos y el dolor de cabeza que aun tenia se me habia olvidado que aun la tenia en la misma posicion que la habia dejado cuando iba a irme. Sonrei y luego la puse sobre mis piernas como si fuera a tocarla. -Asi es- Mencione y luego vi como sacaba su violin. Tal vez la noche anterior ambas habiamos coincidido igual y tocado algunas canciones juntas

-Bueno...creo que más tarde mi cuerpo apreciará el sacrificio de no beber alcohol-dije ante su comentario.

Una pareja que pasó por delante nuestro nos miró como si estuviera mirando a unos cerdos revolcándose en el barro, y yo les guiñé un ojo, tan divertida como siempre. Por muy mal que me encuentre sigo siendo yo, ¿o no? La mujer articuló algo como "qué asco" y ambos continuaron con su camino. Qué asco ellos. Son asquerosos estos nobles.

-¿Sabes? No suelo encontrar otros músicos por aquí. Es raro, todos son nobles o plebeyos, ya sabes, panaderos, pescadores...-comenté-Pero a mi me gusta encontrarme con gente que no suelo encontrar-finalicé, mirando a la chica.

Igual sí que habíamos tocado juntas y todo. La miré sonriendo aguardando una respuesta por su parte

Cierto era que mas tarde el desgaste por el alcohol seria menor, ademas de estar en mucho mejor estado que en caso de seguir bebiendo, pero en lo personal yo no resistiria muchos dias sin beber al menos un trago, podia resistir al menos un par de dias pero no mas. No hacia mucho caso a la gente que pasaba frente a nosotras, de hecho mi mirada estaba dirgida al suelo, solo escuche una voz femenina diciendo algo asi como "que asco", asi eran los nobles, quiza alguna noche visite su dulce hogar y robe algo.

Sonrei inconcientemente, la meyoria de la gente que veia tambien eran en su mayoria panaderos, pescadores, y gente que trabajaba en lugares comunes y corrientes y otra parcialidad pequeña eran nobles, pero era muy extraño encontrar por la calle musicos, quiza era porque las demas personas estaban muy ocupadas en sus empleos como para darse un tiempo y salir a la calle a relajarse un rato y mostrar su talento a los demas publicamente. -Es bueno encontrarse con gente que no se ve muy a menudo, le da mas variedad y hace mas interesante la vida, ya sabes, eso de que no sabes con quien te encontraras mañana- Ahora que lo pensaba, la estancia junto a ella me habia parecido tan placentera y entretenida que me habia olvidado de las presentaciones. -Por cierto, soy Lauren- Sonrei, quiza su nombre me recordara mas acerca de ella la noche anterior en el bar

Sonreí ante la mención de su nombre.

-Yo soy Valentina-me presenté.

Lauren...Ese nombre me resultaba muy familiar. No sabía de qué, tal vez nos conocíamos de antes, o quizás conocí a otra Lauren en el pasado y por eso el nombre me resultaba conocido.
Me eché el pelo hacia atrás y me recosté en la pared, suspirando. Ahora me daba cuenta de que me dolía la espalda a parte de la cabeza y los oídos. Sonreí débilmente, y bostecé sin querer. Me moría de sueño y también de sed.

-Oye por casualidad no tendrás por ahí algo de beber, ¿no?-pregunté, añadiendo una mirada inquisitiva-Me muero de sed. Y además me aburro. ¿Por qué no vamos a hacer algo divertido?-dije rápidamente. A pesar de lo mal que me encontraba, mi entusiasmo perduraba en mi esencia.

Me mordí distraídamente las uñas de una mano mientras pensaba qué hacer. Si a Lauren no le apetecía, me iría yo sola. Podría colarme en alguna casa, en algún hogar de nobles y conseguir algo bonito. Después de todo a mi cinta del pelo le iría bien un broche nuevo. O si no podría ir al mercado, y hacerme con un par de manzanas verdes. Adoro las manzanas verdes, y además de sed tenía hambre. Hay que ver cuántas sensaciones repentinas.
Otra idea, la mejor de todas, sería hacerme con un buen navío con el que surcar los mares y visitar de nuevo Italia. Una buena opción, sí señor.

La sola mencion de su nombre hacia que recordara, como si ya hubiera conocido a alguien con ese nombre, quiza ella o alguien mas. Ahora mismo decidi no darle mucha importancia, no me sentia con el animo de tratar de recordar, y menos con el gran dolor de cabeza que sentia en ese momento. Quiza no habia sido el momento idoneo para levantarme, pues aun me quedaba sueño.

Negue rotundamente a su pregunta, si tuviera algo que beber definitivamente ya lo hubiera bebido desde que me hubiera despertado, quiza asi seria mas facil de llevar el dia y reduciria lo mal que me sentia. Sin embargo no pude evitar sonreir ante su invitacion, no negaba que a pesar de todo siempre seria buen momento para ir por ahi a hacer algo divertido. -Claro, vayamos- Seria bueno ir a alguna casa a robar algunas cosas, monedas, medallones, collares, lo que fuera, ademas siempre que robaba lo hacia yo sola, jamas habia intentado hacerlo en compañia con alguien, eso era porque me parecia mas practico, pero ahora que lo veia desde otra perspectiva me parecia interesante. -Bien, entonces ¿a donde vamos?- Me adelante a preguntar, pues a mi no se me ocurria ningun lugar al cual pudieramos ir

Esbocé una sonrisa torcida y divertida ante la respuesta de Lauren, y no respondí a su pregunta con palabras. Solamente moví la cabeza, señalando a una pareja de aspecto importante, indicando que fuéramos tras ellos.

-Vamos a quitarles algo bonito-decidí, y luego señalé una casa al final de la calle-Y llevo acechando aquel dulce hogar al menos una semana. Es propiedad de una familia plebeya, pero rica. Tienen dinero de sobra, además de joyas y muchas cosas de valor-dije, como una profesional experta en robos- Y tienen un gato. Me gustan los gatos.-finalicé.

Sonreí, esta vez mi sonrisa fue monumental, y después me puse en pie de un salto, decidida. Guardé mi violín en mi bolsa, y me ajusté la cinta de la cabeza, que tiene la mala costumbre de torcerse hacia la izquierda. Luego le tendí la mano a Lauren para ayudarla a levantarse.

-Será divertido.-mencioné.

Mi resaca se iba aliviando, al contrario que mi sed...pero qué demonios, ya bebería en la casa de los ricos. Ellos seguro que tenían agua o, en el mejor de los casos...una botella de ron. Después de que Lauren se levantara, me desperecé y ambas nos dirigimos hacia la dulce parejita que caminaba tranquilamente por la calle, yo fijé la mirada en una preciosa pulsera que la chica llevaba en la muñeca. Me encantan las pulseras. Y me ganaría una.

Observe hacia donde señalaba Valentina, lo que mire fue una pareja con ropa y porte que los hacia ver importantes, a lo que sonrei imaginandome lo que podrian tener en sus bolsillos. Despues dirigi mi vista a una casa que estaba al final de la calle, tambien señalada por Valentia, quien me explico que llevaba un tiempo observandola. Una familia prebeya pero con dinero, quiza no tendrian las pertenencias de un noble pero segun ella tenian joyas, dinero suficiente y algunas otras cosas. -Me parece perfecto- Dije sonriendo ante tan interesantes planes.

Valentina se puso de pie en un solo movimiento, se notaba sus animos, ademas de su energia y desicion, yo en cambio tuve que apoyar un brazo en mi guitarra y con la otra tomar la mano de ella para poder levantarme. Una vez que ambas estuvimos de pie nos dirigimos hacia nuestro primer objetivo: la pareja que habiamos visto. Yo me dedique al hombre mientras Valentina iba tras la mujer. Lo primero que llamo mi atencion fue un reloj de bolsillo, de oro, por supuesto, asi que disimuladamente lo tome, sin dejar que la cadena quedara suelta, no queria que hiciera ruido y nos delatara. Dedique una mirada hacia mi lado, donde Valentina hacia lo propio con una pulsera que llevaba la mujer.

Después de quitarle la bonita pulsera a la noble fingiendo chocarme con ella, corrí hasta la casa que pretendía saquear, justo al tiempo que Lauren. Le hice un gesto y trepé por la fachada, aprovechando la hiedra, y abrí la ventana con facilidad, quedándome en el alféizar para tenderle la mano a Lauren.

Ambas nos colamos al interior, todo estaba muy bien organizado. Me dirigí a la habitación principal, las joyas son mi prioridad siempre. Dejé que Lauren se hiciera con lo que quisiera, y me quedé con todas las joyas de la habitación. Luego me deslicé hacia otra habitación, que parecía ser la de un niño. Me quedé con un cinturón negro de hebilla dorada perfecto para mi vestido. Tras quedarme con unas botas negras de piel, corrí hasta lo que parecía la cocina. Abrí todos los armarios cuando escuché un ruido. Alguien entraba.

-Ah, demonios-mascullé.

Habían venido los niños, pude escuchar el correteo de un niño, y corrí a buscar un lugar para esconderme, sin preocuparme por Lauren. Salté por la ventana y me quedé colgada del alféizar, aunque seguía preocupándome por la chica. Pobrecilla, la había convencido para que viniera conmigo y ahora estaba atrapada en la casa.

-Soy pirata-me repetí.-Soy pirata, no tengo que ayudar a nadie.

Despues de robarle a la pareja que iba por la calle todo lo que pensabamos podiamos fuimos directo a la casa que Valentina habia señalado con anterioridad al mismo tiempo. Ahora que la tenia frente a mi si parecia el hogar de una familia con suficiente dinero como para ser considerada robable y de buen botin. Ella subio por la fachada, aprovechando que ahi crecia una hiedra, yo hice lo mismo y tomando la mano de Valentina por fin subi.

Una vez dentro cada una fuimos por direccion propia, toda la casa estaba muy bien organizada, creia que asi seria mas facil encontrar lo robable. Me dirigi a la habitacion que suponia seria del hombre del hogar, normalmente los hombres eran los que guardaban el presupuesto y dinero con que contaba la familia, y asi fue. Tome todas las monedas que pude y las guarde en un bolsillo que yo misma habia cosido a mi ropa. Despues me dirigi a otra habitacion pero justo en ese momento escuche algunas risas. Demonios, algunos niños habian entrado. No tenia salida, asi que decidi hacer lo que mejor podia: mentir.

-Hola pequeña- Le salude cortesmente en cuanto me tope con la primera, una niña pequeña, de cabellos rubios y ojos castaños, a juzgar por su edad podria decirle lo que quiciera y lo creeria. Me agache hasta quedar a su altura y de inmediato su curiosidad no se hizo esperar y pregunto quien era y que hacia. -Soy Maggie, Maggie Smith, y solo venia a ver que todo estuviera en orden, si, solo venia para ver si eran gente de bien Dije sonriendo, la expresion de la pequeña decia que estaba creyendo lo que le decia. -Pero debes prometer algo, no se lo diras a nadie, o si no me regañaran y castigaran, ¿de acuerdo? ahora este es nuestro secreto- Sonrei, mire a todos lados y al asegurarme que solo estuvieramos nosotras dos volvi a dirigirme a la niña -Toma, es para agradecerte mantener el secreto- Dije dandole un par de monedas de las que habia robado, despues me levante, le revolvi el cabello y sali por la puerta principal asegurandome que nadie me viera. Despues camine hasta la ventana, intuyendo que ahi estaria Valentina. En el transcurso pense porque le habia dado algunas monedas a esa niña... quiza serian sus grandes ojos, o que me recordaba a mi cuando no contaba con nadie, cuando pase hambre sin poder hacer nada, o quiza mi corazon se estaba ablandando, aunque sinceramente no quisiera que eso pasara

Mi orgullo de pirata me incitó a correr calle abajo, abandonando a Lauren dentro de la casa. Pero por muy pirata que yo sea, tengo mi corazoncito que late aquí dentro y produce esa sensación...creo que se llaman remordimientos. Me sentí mal por Lauren, se había quedado en el interior de la casa, donde los niños habían entrado acompañados de los padres. A saber lo que le harían. Yo, que la había sacado de la placidez de su descanso para arrastrarla conmigo a robar, sentía remordimientos cuando debería sentirme orgullosa de tener una contrincante menos a la hora de encontrar el gran tesoro.

Había corrido bastante, así que me di media vuelta para regresar a la casa, donde probablemente Lauren siguiera encerrada. Ascendí de nuevo por la fachada y volví a entrar. Una preciosa niñita de pelo rubio y ojos oscuros me miró, inquisitiva.

-Tú sales en los carteles-me dijo solamente, señalándome con su dedo índice, señalándome-Mi papá dice que los que salen en carteles son malos. Tú eres mala.-afirmó después, muy convencida.

-No salgo en ningún cartel-mentí-Y no soy mala.

-Los malos siempre dicen mentiras-volvió a acusarme la niñita. Demonios, ¿por qué siempre me topo con niños pijos e insoportables? La niña me miró un segundo y luego chilló "¡¡papáaaa!!"

Un hombre apareció al segundo en la estancia. Lo reconocí en seguida...era aquel hombre al que le había robado la fruta del diablo sin quererlo realmente en la posada. Él también me reconoció, al menos eso creí, porque se puso rojo de rabia y pude ver como una vena palpitaba en su sien.

-Niñata odiosa, no sé cómo te atreves a entrar en mi casa-gruñó el señor.

Lo cierto es que cuando estuve en la posada había pensado que eran nobles, porque tenían dinero. Me sorprendió saber que no eran más que plebeyos, pero no dejé que se notara.

-Bueno, señor, lo cierto es que yo no entré-dije, burlona. En seguida me arrepentí de haberlo soltado, ¿qué clase de excusa es "yo no entré" si estaba dentro?-Bueno, sí entré. Y ahora saldré porque no pinto nada aquí...¡arrivederci!-dije, tratando de escabullirme por la ventana.

No logré escaparme. El señor me inmovilizó y consiguió atarme con una cuerda que curiosamente llevaba en la mano. Me pregunté qué clase de paranoico lleva una cuerda en la mano por si se topa con una vulgar piratilla. Me preocupé por dónde estaría Lauren mientras deshacía los nudos distraídamente con mis ágiles dedos de experta en huídas.

En cuanto me deshice de las ataduras, tiré un tintero hacia atrás sin preocuparme por dónde caía; sabía que daría en el blanco. El poder de mi fruta del diablo haría efecto. Efectivamente, escuché un "¡ouch!" de dolor.

Ni siquiera me molesté en mirar hacia atrás cuando salté por la ventana, lo que me interesaba era escapar de ese maldito paranoico loco y encontrar a Lauren. No quería sentirme culpable por lo que le hubiera pasado.

Caminé calle abajo y la vi mirándome tranquila pero inquisitivamente, como preguntándome por qué había tardado.

-He tenido complicaciones.-dije solamente-El tipo de la casa resultó ser un viejo amigo.

Al salir por la puerta escuche la voz de un hombre tras de mi, quede petrificada un momento, me gire y por fortuna pude ver que no me hablaba a mi, sino a uno de los pequeños. Era justamente la niña que me habia topado, cuando me vio me lleve mi dedo indice a mis labios, haciendole una señal de que no dijera nada, ella hizo lo mismo, le sonrei y por fin pude caminar tranquila. Por fortuna cuando habia salido no me habia encontrado a alguno de los padres, probablemente estaria en alguna otra una habitacion cuando yo habia salido.

Cuando por fin estaba bajo la ventana por la cual habiamos entrado no vi a Valentina por ninguna parte, se me hacia raro, no la habia visto desde que cada una habiamos tomado nuestro rumbo dentro de la casa, asi que creia que ella habria escapado por la misma ventana, pero ahora veia que no era asi. O tal vez si pero se estaria escondiendo. Movi unos arbustos, mire a mi alrededor, y pronuncie su nombre una y otra vez en una voz baja pero escuchable para ver si salia, pero nada.

En fin, quizas se habia marchado a otra parte, dejandome a mi suerte... ¡tan bien que me habia caido!, pero que mas podia esperar de un pirata. Hize lo mismo que creia y camine por la calle bacilando y pateando pequeñas rocas. Hasta que mire a mi lado y pude ver una panaderia, justo lo que necesitaba. Sali de ahi con un par de piezas de pan, suficiente hasta la noche. Me recargue en una pared y me dedique a darle unos mordiscos a mi comida sin pensar en nada, solo ver la monotonia de la gente pasar. En eso por algun motivo volvi mi mirada a la casa que habia robado y vi a... ¿Valentina?, si, era ella. En realidad no me importaba que me hubiera abadonado pero me interesaba saber de donde venia. -Ya veo- Comente al estar ella a mi lado -¡Que pequeño es el mundo como para volver a toparse con la misma persona!- Exclame para despues tenderla la otra pieza de pan que tenia -Supongo que estaras cansada, a menos que hallas tomado "prestada" un poco de comida de la casa-

Puse los ojos en blanco, molesta.

-Sí, una gran casualidad-dije mientras aceptaba con avidez el pan que Lauren me tenía. Tras pegarle un gran mordisco que dejó la forma de mis dientes en la corteza, mastiqué dos veces y comencé a hablar sin importarme que tuviera la boca llena.-Estoy más que cansada, estoy muerta.-me tomé un segundo para tragar-¿Te parece si vamos a descansar a alguna parte?-añadí.

Volví a morder con ansia el pan, parecía recién hecho pues estaba calentito y delicioso, jugoso, incluso dulce. Estaba riquísimo, aunque lo que me molestaba en esos momentos era la sed.

-Y...¿por casualidad tienes algo que beber?-pregunté de nuevo con la boca llena. Tragué-Bah, no importa. Ya me haré con un par de botellitas de...de lo que sea.

Estornudé y el pan se me cayó, lo que me hizo gruñir. Alguien pasó por mi espalda y me giré pues me había golpeado accidentalmente, pero debí hacerlo con una mirada asesina de verdad porque el desconocido me cedió un panecillo de unas frutas azuladas, probablemente esos arándanos ácidos. Sonreí como lo haría un tiburón y engullí el panecillo de un solo bocado, lo que hizo que Lauren me mirara con cara de "¿pero tú no masticas o qué?", lo que me hizo reír. Ese simple hecho de haber provocado miedo en alguien me había provocado muy buen humor.

Los arándanos (o lo que fuera) me dejaron un sabor ácido en la boca, lo que hizo que la sensación de sed se incrementara.

-Eh, Lauren, ¡vamos a tomar algo!-propuse con una sonrisa que solo se podía describir como monumental-Invito yo-añadí al tiempo que mis ojos chispeaban a juego con mi sonrisa.

No podria estar mas de acuerdo con la idea de Valentina, un buen descanso en esos momentos era justo lo que ambas necesitabamos, despues de todo ambas habiamos pasado por un momento de procupacion y desgastante, aunque ella mas que yo, no podia negarme a descansar. -Claro, nada me vendria mejor en estos momentos- Comente

Le di un mordisco al pan, vaya que si sabia bien. Negue con la cabeza, de hecho estaba a punto de ir por alguna bebida para pasar el bocado de comida pero justo en ese momento habia visto a Valentina, asi que lo unico que pude hacer fue encogerme de hombros. A ella se le cayo su pan, ademas que alguien la golpeo sin intencion, asi que Valentina se volvio a mirarlo con una cara de asesina que el tipo le dio otro panecillo, se podia ver en el algunas frutillas color azul, parecia que esto habia alegrado bastante a ella pues se lo comio de un solo bocado lo que causo en mi una gran expresion de sorpresa, la cual se vio claramente reflejada en mi rostro.

-¡Me parece perfecto!- Sonrei complacida ante su propuesta, vaya que si este habria de ser un gran dia