¡Por todos los diablos diabólicos del infierno!.(Ania Lans)

Estaba dando una vuelta por las lluviosas calles de Inglaterra, estaba visiblemente desolada, como un edificio en ruinas que se ve de lejos. Trataba de esconder mi rostro con una capucha negra que iba unida a mi capa, la misma que usaba para abrigarme. Llovía un poco, más bien chispeaba, no eran más que cuatro gotas. El tacón de mis botas era lo único que se oía en la calle desierta. Me dirigía a la iglesia, era domingo por la mañana y por fin me dejaban salir de la habitación de la posada. Estaba deseando volver a Holanda, si Michel tenía que hacer negocios que los hiciera rapidito, que yo quería regresar a casa.

Alguien pasó por mi lado, chocando hombro contra hombro, y me aparté de un salto, sobresaltada. Realmente no me esperaba que hubiera alguien más. ¿Cómo alguien puede ser tan silencioso? Caminé más despacio y me abrigué aún más con la capa, hacía mucho frío. Miré a mi alrededor en busca de alguien más, y vi a un pobre mendigo resguardándose de la lluvia bajo un techo de un edificio.

Tanteé mis bolsillos para darle un par de monedas y que pudiera entrar en una posada y alojarse un rato, ese pobre hombre tendría que estar pasando mucho frío. En mi bolsillo no había nada.

Fruncí el ceño y tanteé frenéticamente el bolsillo. ¡Era imposible! Si yo tenía bastantes monedas antes de salir...
De pronto tuve una revelación. Me había robado la mujer que había chocado conmigo, seguro.

-¡Por todos los diablos diabólicos y demonios demoníacos del Infierno!-exclamé, mirando al frente con los ojos entrecerrados, aquella chica se iba a enterar cuando la encontrase...

"¡Maldito día!" pensaba entre suspiros y llenando mis vacíos de tristezas. Esa mañana había entrado en una taberna, ahí fue donde me encontré con el pobre y viejo Smeet. Estábamos sentados en una mesa, y mientras se bebía una jarra de ron, me hizo una propuesta que tuve que rechazar sin pensármelo dos veces. Los gritos de ese pobre hombre se podían presenciar por toda la calle, salí del establecimiento lo antes posible.

- ¡Creía que podía confiar en ti, Ania! ¡Me has defraudado! - Pude oír con sus palabras roncas y cortantes, pero llenas de rabia e ira. Parecía que todo eso había terminado, cuando tiró la jarra, esta rebotó y se rompió en mil pedazos fuera de la taberna. A pesar de lo borracho que estaba, y de lo retorcido que era, yo no podía dejar de sentir lástima por él. Me llevé una mano a la frente intentando pensar y antes de dar un solo paso volví a escuchar su voz. - ¡No eres como tu padre! ¡Maldita sea! - Sus palabras me hicieron daño, a un que sabía que en verdad no quería decir eso y que estaba demasiado ebrio.

Caminé por las frías calles de Inglaterra, unas nubes grises la cubrían, lloviznaba. El tiempo se asemejaba bastante a lo que sentía, era eso, o que yo pintaba las cosas peor de lo que estaban. Llevaba puesto el pañuelo con reflejos azules, un sombrero cubría mi cabeza, y mis botas iban pisando las lluviosas calles, con pasos seguros. Estaba algo furiosa, si en ese momento me ocurría algo más no sabría ni como reaccionar, bastante tenía ya.

Escuché las palabras de una chica que se situaba calle arriba, yo seguí caminando metida en mis pensamientos, creó que llegué hasta a cruzarme con ella.

Fulminé con la mirada a la chica que se me cruzó, seguro que ella era quien me había robado. "Maldita sea, maldita sea...", iba murmurando, no quería enfrentarme a ella para nada, pero prefería eso que quedarme sin blanca. Cuando ella ya estaba de espaldas a mí, di media vuelta y corrí hacia ella para agarrarla por los hombros. Ella ya debía de esperárselo, pues mis botas de tacón resonaban al chocar con el asfalto, y me miró de medio lado antes de que llegara hasta ella.

-¡Oye tú, devuélveme mi dinero! ¡¡Ahora mismo!!-le exigí. Al ver que ponía cara de desconcierto, me enfurecí-¡¡No soporto a los asquerosos y sucios ladrones como tú!! Devuélvemelo y acabemos con esto cuanto antes-le espeté.

La ladrona no parecía tomarme en serio, en sus labios permanecía una sonrisita irónica que cada vez me sacaba más de quicio. Deseé que mi perro Wolf estuviera conmigo y le pegara un buen mordisco en cualquier parte de su cuerpo, y entrecerré los ojos con una mirada amenazadora.

-Si no me lo devuelves, te arrepentirás, sucia ratera. Créeme que tengo buenos contactos y puedo acabar contigo en menos que canta un gallo.-amenacé. No sé si era buena idea amenazar, pero era lo único que se me ocurría en ese tipo de situaciones.

Sí, al parecer me crucé con aquella chica, y fue ella misma la que quiso fulminarme con una mirada, que a decir verdad, no consiguió nada más que mi ignorancia. Tenía muchos problemas ya, como para tener otro más aquel día, y estaba lo suficientemente enfadada, como para echar chispas. Ella murmuraba cosas y parecía enfurecida y frustrada por algo. Entonces fue cuando sentí como corría hacia mi por el sonido de sus pasos que se acercaban más y más, yo me giré para poderla ver bien, se cubría el rostro con una capucha negra.

Ella se dirigió a mi diciendo que la devolviera el dinero, "¿Qué dinero?" pensé confusa, "¿Me la habré cruzado anteriormente?", lo dudaba, pues yo era muy sigilosa y no me hubiera descubierto, de todas formas, estaba segura de no haberla robado yo, más que nada porque no solía robar por robar. Se la veía muy enfurecida, pero lo que más me sorprendió no fue eso, segundos más tarde me llamo "asquerosa y sucia ladrona". Por ahí no pasaba ya hoy, y más la valía callarse a seguir hablando, a todo eso la mire irónica, pero pensando que como soltara una palabra más de su boca acabaría muy mal la cosa...

Y así fue, no solo me nombró "sucia ratera" si no que también me amenazó, y con ello hizo que estallara la chispa. Entonces pasé de mirarla irónica a mirarla seria, demasiado seria diría yo, y muy furiosa. Dicen que cuando una persona se enfrenta a mi ya no hay marcha atrás. Montada en cólera saqué mi sable, y no dude en apuntarla ni en solo momento, si quería acabar conmigo o era tan valiente como para enfrentarse a mi, esperaba que lo hiciera en ese momento. - Perdona, ¿Qué me has dicho? - dije dándola una sola oportunidad.