Como una hoja en otoño [Edward Newgate]

Me encontraba plácidamente sentada en una cómoda silla en una encantadora esquina de una taberna cualquiera. Disfrutaba de un buen vaso de vino, me gusta el vino, tan dulce, tan bueno...Se deslizaba por mi garganta, refrescándola y haciéndome sentir bien. Me costaba no apoyar mis pies en la mesa, bostezar y simplemente echarme una buena siesta. No quiero ser malinterpretada, no estaba borracha. Aunque ojalá lo estuviera, borracha lo paso mucho mejor. Observé a la gente de mi alrededor, no había nada interesante en ellos. Vociferantes hombres que gritaban y provocativas mujeres que correteaban entre las mesas sirviendo bebidas por doquier. Bostecé, aburrida, a veces es todo un petardazo no tener nada que hacer. Me sentía como una hoja en otoño, tirada al suelo por la más mínima brisa...Ojalá tuviera algún trabajo que hacer esa noche.

Me encanta mi trabajo. Me pagan por matar gente odiosa, ¿qué más se puede pedir en esta vida? Tan solo más gente odiosa, por supuesto. Me mordí una uña, pensativa. Me preguntaba cómo habría sido mi vida si esos horribles piratas no hubieran matado a mis padres. Posiblemente ahora fuera como esas veloces camareras que servían las mesas con rapidez. Sinceramente, me alegré de no serlo, pero también me entristecí pensando en la muerte de mis padres. No merecían una muerte tan poco noble, tan sangrienta y espantosa. Qué asco de piratas, son asquerosos y detestables, todos. Ni uno se libra, todos parecen llevar un cartel a la espalda diciendo "CATHERINE CLEARWATER, SOY UN DETESTABLE PIRATA, MÁTAME". Esbocé una media sonrisa pensando en siniestros carteles pegados a la espalda de asquerosos piratas.

Estaba segura de que en esa taberna había algún pirata. Si quieres encontrar piratas, lo único que debes hacer es un lugar donde haya ron, whisky, y mujeres dispuestas a hacer de todo. Tan solo hay tres lugares donde hay todo eso: una posada, una taberna o un burdel. Como detesto las posadas y jamás entraría en un burdel, suelo entrar en tabernas en busca de ellos. Aquella noche parecían todos tan asquerosamente borrachos que ni siquiera merecía la pena acercarse, podría dejarlos inconscientes de un simple empujón.

Como atraído por mi pensamiento respecto al ron, al whisky y las mujeres, un hombre se acercó a mí, demasiado borracho, y me hizo una proposición muy indecente.

-Señor, os aconsejo que os olvidéis de ese tipo de cosas conmigo, porque no pienso acostarme con ningún hombre gordo, borracho, sucio y maloliente. Bueno, dejémoslo en que no pienso acostarme con nadie de este apestoso lugar.-dije con voz tranquila y pausada, justo antes de beber otro sorbo de mi copa de vino dulce.

El hombre quiso pegarme, al menos pensé que esa era su intención, y lo derribé con un dedo, sin exagerar.

-Ay, qué malo es beber tanto ron-dije con un tono burlón, volviendo a mi pasiva tranquilidad.

Bostecé de nuevo, parecía que aquella noche todo iba a estar tan tranquilo que con toda probabilidad iba a dormirme encima de aquella mesa, con mi copa de vino entre las manos, como una vulgar borracha. Acabé con el vino de mi copa y me levanté, desperezándome. Me iba a mi casa a dormir, pues aquello era más aburrido que observar a una gaviota tratando de abrir un mejillón. Me desperecé como lo haría un gato, y después fui a la puerta de salida, dispuesta a irme. Una de las camareras me exigió que pagase, y le lancé una moneda sin dedicarle una mirada siquiera. Abrí la puerta para salir, pero algo consiguió captar mi atención, y miré hacia atrás descaradamente. Parecía que la cosa iba a animarse, y, si eso pasaba, me quedaría sentadita en mi confortable silla, observando y quizá actuando.

El dia se habia tornado aburrido, tedioso y sin ninguna buena aventura, mi barco habia estado escondido por si la marina decidia llegar y dar problemas, al parecer los dias de hoy todos aquellos que se atrevian a llamarse piratas no eran mas que unos malditos borrachos que bebian sin control hasta caer al piso ahogados en el alcohol o hasta que se metieran con alguien y fuesen bastante mal heridos, yo no lo negaba era un borracho tambien pero mi forma de beber comparada con la de esas sabandijas era diferencte, yo podia tomar cualquier licor y sus efectos serian tardados en mi gracias a que mi cuerpo estaba acostumbrado a ingerir alcohol, quiza el tiempo recordando los buenos momentos me habian hecho casi imune al licor, todos esos dias y noches bebiendo botella tras botella intentando no olvidar el pasado y las grandes mareas cuando los piratas eramos quien mandabamos en todo el ancho mar

Mire el ambiente en la taberna, completamete lleno de aquellos piratas de cuarta, los qu ese decian ser los novatos mas reconocidos en el mar, pero no eran mas que niños pequeños queriendo jugar a ser grandes algo muy divertido a mi parecer pues pocos de esos llegarian a ser mas que simples piratas quiza algunos podrian ocupar un puesto importante en la vida o conseguir algun titulo que demostrara sus hazañas todo dependia de como tomaran las riendas de su vida y al parecer a muchos de ellos esas riendas se comenzaban a romper o escapar

Desde que habia llegado aquella chica la habia observado a escondidas, intentando que no me reconociera o mejor dicho que nadie me reconociera pues era temido por muchos, respetado por varios y odiado por la gran mayoria, todo dependia de lo que se hiciera en el mundo despues de todo yo no era un señor pirata despiadado ni mucho menos uno que pudiera ser respetado por su heroismo, aunque si hacia algunas veces cosas buenas mis actos de pirateria relucian mas para la sociedad que mis actos de bondad, mire qu ela chica se levantaba y se disponia a irse, quiza debia haber hecho lo mismo pero la situacion no lo ameritaba, cuando la vi muy cerca d ela puerta me levante y uno d elos malditos borrachos choco conmigo, mi altura descomunal de dos metros y veinte centimetros era algo qu eno ayudaba mucho para esconderme pero si para intimidar - Maldito fijate por donde te paras tiraste mi trago... pagaras!! - grito aquel pirata lanzando un golpe a mi cuerpo el cual detuve sin problema alguno mirandolo con ese enojo por su asquerosa falta de respeto

Mire su cara con ese odio y sonrei ligeramente - te atreves... a intentar... golpearme? - dije mirandolo fijamente con una mirada asesina, los que me reconocieron se hicieron hacia atras como si supieran lo que hiba a hacer, de la mano con la que sostenia el puño de aquel hombre comenzo a aparecer una esfera de color blanca con un toque transparente, como si fuese una burbuja de jabon aunque con la unica diferencia de que esta esfera causaba el misme efecto qu eun terremoto, solte su mano y antes de que se hiciera hacia atras di un golpe en su abdomen quebrandole todos los huesos de su debil cuerpo como si se tratara de la simple rama de un arbol o alguna hoja de papel, no me aghradaba mucho usar mi poder en los demas pero tampoco que me faltaran al respeto como aquel tipo lo habia hecho

Mis ojos siguieron de forma fria viendo el cuerpo innerte de aquel tipo moribundo, sentia como los demas me miraban como si fuese un animal o algun tipo de mounstruo, no lo negaba era una maldita bestia que solo podia controlarse con su pequeña hija a su lado o con algo bueno que sucediera, bueno eso solo si pasaban cosas que me molestaran como la falta de respeto o la ineptitud de las personas que me rodeaban la mayor parte del tiempo

Una pelea se desarrollaba a mis espaldas. Bien, eso podría ser interesante: pelea de borrachos. A ver quién había bebido más. Miré a ambos descaradamente, aunque uno quedaba de espaldas a mí. Se trataba de un tipo alto y fuerte, que podría intimidar a cualquiera. Enarqué una ceja, me sorprendía porque el otro era más bien escuálido y chiquitín. Vaya, vaya...¿quién ganará: el grande o el chiquito?, pensé irónicamente. Se veía claramente quién llevaba ventaja, aunque pensándolo bien también dependía de la cantidad de alcohol ingerido.

Los miré, fingiendo interés. Me quedaría nada más para asegurarme de quién estaba más borracho. De pronto sucedió algo que no me esperaba...Cuando el hombre alto habló, alzando la cabeza, muchos retrocedieron. No parecía borracho, así que realmente si tuviera que apostar por alguno, me lo jugaría todo a que el alto ganaba. Realmente parecía alguien respetado, más bien temido por la mayoría. Como quedaba de espaldas a mí, no pude verle el rostro ni reconocerlo. No podía ocultar mi inquietud, me mordía las uñas de la mano izquierda mientras que la mano derecha la usaba para juguetear con un revólver, nerviosa. Nadie ve raro que una chica lleve un revólver, todos están acostumbrados a ello; después de todo, es peligroso para una joven salir de casa de noche, y más aún estando en una taberna. Observé con interés la futura lucha que se desarrollaba lentamente ante mis ojos.

El hombre alto detuvo con su manaza el puño del escuálido, y de su mano surgió una esfera blanca, ligeramente transparente. Me sobresalté. ¿Qué clase de magia era aquella? Estaba realmente interesada. A esas alturas era la única que no había retrocedido. El alto entonces soltó el puño de su adversario y le pegó un puñetazo en el abdomen. Escuché un crujido, probablemente el chiquitín tenía más de una costilla rota. Torcí el gesto, ladeando la cabeza, pobre hombre. Aunque eso le estaba merecido por enfrentarse con gente mayor que él.

Después el alto se dio la vuelta, desvelándome su identidad. Era nada más y nada menos que Edward Newgate, un señor pirata por el que pagaban 1,200,000,000 millones de chelines. Mis ojos brillaron, sería más que millonaria con esa cantidad de dinero. Esbocé una media sonrisa, y comencé a deducir cómo ganarme su confianza. Para empezar, mi aspecto podría pasar por el de una pirata...Mis ropas no eran muy diferentes a las de las mujeres pirata. Llevaba una camisa blanca, unos pantalones negros y unas botas de piel de color marrón oscuro que ya se habían adaptado a mis pies, y se veían desgastadas por el uso. Además mi revólver completaba mi atuendo. Por otra parte, Edward Newgate parecía ese tipo de personas que detestan a los piratas novatos, que tan solo tratan de aprender. Estaba convencida de que si le hablaba un poco acerca del pasado me ganaría su confianza.

-Está claro que sois fuerte-le dije, entrecerrando los ojos y con un tono de voz suave-Sois Edward Newgate, ¿cierto?-añadí, sonriendo ligeramente-Mi nombre es Catherine Clearwater, pero podéis llamarme simplemente Cathy.