Cazaste algo más que dinero {+18} [Marc East]

Ni rastro de piratas, así es como me gustan los días. Libres de trabajo, me los puedo pasar tranquilamente. De pronto una mujer me llamó.

-Cazarrecompesas, ¿verdad? Tienes que ayudarnos. Una ladrona ha robado a mi marido...Y a la mayoría de la gente que estaba aquí. Tienes que atraparla.-me contó.

Me encogí de hombros, de todas formas capturar malhechores es mi oficio. Seguro que esa ladrona era pirata, al menos seguro que podría llevarme hasta el capitán de una gran tripulación. Quizás encontrase una fortuna y pudiera dejar de cazar piratas y dedicarme a reunir a mi familia, siguiendo la pista de Ellen. Cerré los ojos un momento recordando mi infancia, cuando mi verdadero padre nos llevaba a pescar a Ellen y a mí. Ella no era más que un bebé que no se enteraba de nada, y yo siempre observaba su técnica. Echaba de menos mi familia, destruída por un noble gilipollas.

-No se preocupe, señora, atraparé a esa rata.-le dije a la mujer para calmarla, y eché a andar tranquilamente para encontrar a dicha ladrona.

No sabía por dónde comenzar a buscar, pero la calle principal no me parecía un buen lugar, busqué un callejón. Porque esas ratas asquerosas siempre se escoden en los callejones más oscuros. Estaba buscando una calleja cuando me sentí cansado, y me paré a descansar apoyado en una casa que parecía abandonada.

Me asombré notablemente cuando una joven salió de la casa, temerosa, mirando a todas partes como si la persiguieran, y luego chocó conmigo como si no me hubiera visto. Alzó la mirada para mirarme a los ojos. Tenía unos preciosos ojos de un tono azul grisáceo que contrastaban con su rostro de piel morena, cosa que me fascinó, ¿cómo podía haber alguien con tal mirada de gato? Sus cabello castaño era largo, ondulado, le llegaba a la altura del pecho, lo que le hacía parecer una sirena de esas que cantan y engatusan marineros para comérselos. Me sentí abrumado por su belleza cuando sonrió y me dijo hola. Inmediatamente supe que ella era la ladrona, pero no sé por qué intenté que eso no fuera real...no quería que ella fuera la culpable y tuviera que "cazarla".

-Hola-dije con un tono prácticamente inexpresivo.-Sé que tú eres la ladrona que está causando problemas aquí.-continué.-¿Por qué lo sé? Porque soy el que tiene que atraparte. Pero...¿Sabes otra cosa? Te dejo ventaja para que escapes. Venga, huye...Porque dentro de cinco minutos iré a por ti.

off:

La chica no paró de hablar en ningún momento, y fui incapaz de protestar excepto cuando me tomó la mano y echó a correr, arrastrándome tras ella. Caray (Off:Ayahú xD), qué fuerza tenía la chica.

-Oye! Suelta, joder.-gruñí, librándome de la suave mano de Zöe, su extraño nombre-Mira, me creo que seas la ladrona no porque me lo hayan dicho, si no por las evidencias. Llevas armas. Y no vistes como las mujeres normales. Tienes el aspecto de una pirata, pero no te acusaré de tal, dado que tienes la forma de actuar de una ladrona común.-argumenté.-Y está claro que no quiero ir a tu casa. No nací ayer y tengo la inteligencia suficiente como para entender que tienes un plan para acabar conmigo, después de todo, soy el enemigo.-continué-Ah, y otra cosa...No creo que ese sea tu verdadero nombre...Zöe. Veo que mientes con naturalidad, ¿por qué eso no iba a ser una mentira más? No obstante, como no soy un mentiroso, te diré mi verdadero nombre. Tienes derecho a conocer el nombre de tu captor, ya que vas a suplicar que te deje escapar, claro está. Todos lo hacéis. Me llamo Marc, Marc East.

Hice el gesto de limpiarme la mano en la camisa, como si su contacto me hubiera contaminado, sabía que eso le molestaría. Luego me incliné para decirle algo al oído, como si fuera algo confidencial, pero en realidad no era ningún secreto lo que iba a decirle.

-Huye. Cinco minutos.-fueron mis palabras.

A pesar de mi esfuerzo porque Zöe se fuera, ella no se movía de su sitio. Seguía mirándome con sus ojos de gata, sonriendo como un felino, cosa que me daba mala espina. Me recordaba a un gato que tuve de pequeño, Hunter, un gatito negro de pelaje aterciopelado y ojos azules al que siempre odié. No era porque la odiase, ni porque tuviera los mismos ojos ni nada parecido. Era su actitud, su forma de hablar, sus gestos en general. Parecía una gata. Miraba con ojos de cazadora, hablaba con cautela, y se movía sigilosamente, con movimientos rápidos pero perfectamente planeados.

-¿A qué esperas? El tiempo corre.-le dije al ver que se quedaba quieta. Saqué mi reloj de bolsillo que heredé de mi verdadero padre y lo miré.

Era un reloj antiguo, de plata, con las manecillas de oro y los números grabados y pintados con tinta. Era una joya en sí. Al meter la mano en el bolsillo, había sentido el contacto del anillo de Ellen en mi piel. Su valioso anillo de oro con un zafiro, ella lo adoraba, era su más preciado tesoro...Ese simple hecho me hizo pensar en ella. Aunque mi mente estaba en el pasado, mis ojos miraban el reloj, queriendo demostrarle a Zöe que estaba contando los cinco minutos.

Los argumentos de Zöe eran creíbles, y además hablaba como si estuviera molesta, y sin vacilar un instante, lo que me hizo pensar que tal vez dijera la verdad. No pude evitar fijarme en su figura femenina, curvilínea, perfectamente esculpida, cuando dijo que había remendado la ropa de su hermano para usarla. Debía venir de una familia pobre.

Continué fijándome en el segundero de oro de mi reloj. Habían pasado cuatro de los cinco minutos que tan amablemente le había concedido a Zöe. Guardé de nuevo el reloj, dado que ella no parecía ser la culpable. Sin embargo aún me quedaba una duda...

-En tal caso, si no sois la ladrona, os presento mis disculpas, señorita...¿Nolte?-dije, pasando a ser educado. Pobre muchacha, me imaginé la impresión que debería dar que de pronto venga alguien acusándote de ladrón, tiene que ser una sensación espantosa.-Pero...Aún me queda una duda, si me la resolvéis podréis ganaros mi confianza. ¿Por qué ibais mirando a todos lados como si temierais algo? Es lo único que no me explico.-aguardé la respuesta de Zöe, y quedé conforme con ella.

Tal y como había supuesto después de que ella argumentara, me pareció que no podía ser la ladrona...Aunque sus ojos de gata y su pose felina me seguían incomodando. Parecía...No sé, como si no tuviera que confiar en ella. Parecía sospechosa. Sin embargo me guardé mi sospecha, porque a quién voy a engañar, ella no tenía la culpa de parecer un gato. Y tampoco tiene la culpa de que me asusten los felinos, de que odie los siniestros felinos.

-¿Puedo hacer algo por compensar las molestias causadas? ¿Os llevo a algún lugar determinado? Tengo un caballo ahí cerca-añadí después, señalando en una dirección, donde el caballo que "había tomado prestado" descansaba atado a una viga de madera. Volví la mirada hacia los ojos felinos de Zöe, esperando una respuesta.

Me sentí aliviado cuando Zöe me dijo que si la invitaba a comer algo, al fin y al cabo no quería parecer maleducado y quería compensarla por haberla confundido con una ladrona, y lo peor de todo, querer matarla. También estaba cohibido porque me miraba demasiado, escrutando cada centímetro con su mirada de gata. Tardé unos segundos en responder, porque me había distraído interesado en sus ojos grisáceos.

-No vivo aquí, de momento me hospedo en una posada-dije, tratando de que mi voz sonase normal y no con ese tono de idiota que se queda cuando acabas de volver a la realidad-Y...Bueno, da igual, puedo llevarte ahí o adónde quieras, me gastaré dinero igualmente...-metí la mano en el bolsillo contrario del que guardaba el reloj y conté las monedas que tenía allí. Eran suficientes.-Aunque...ahora que lo dices tendría que pasar por ahí para llevar más dinero.-era cierto, tenía que irme pronto de aquel pueblo y sería mejor pagar, así que tenía que pasar por ahí de verdad.

A Zöe se la veía interesada en ir, porque accedió sonriendo. Yo, tan contento, fui a buscar el caballo diciéndola que se quedase ahí mismo, que iba a volver en cinco minutos. Ella sonrió, seguramente pensando en los cinco minutos que le había dicho que le concedía para huir. Encontré al caballo atado justo donde lo había dejado.

Era un precioso ejemplar de largas crines negras, que poseía unos ojos brillantes y un pelaje que parecía de terciopelo de color gris perlado con un ligero brillo azulado. Era un caballo genial. Monté en él y ambos fuimos hasta donde Zöe esperaba.

-Sube, venga.-le dije, tendiéndole la mano para ayudarla.

Ignoré que Zöe había confundido mi nombre. Seguramente sería el nombre de la persona con la que deseaba estar, su prometido o su hermano tal vez. Sonaba a nombre extranjero, casi con toda seguridad era el nombre de su hermano o su futuro marido. No me importó mucho, porque el contacto de ella abrazándome me hacía olvidarme de la realidad. Apoyaba su cabeza en mi espalda, regalándome su calor.

Paré el caballo para que Zöe bajara en la entrada de la posada, yo fui a atar al caballo. Cuando regresé, ella estaba comiendo sardinas...¿Sardinas? Me extrañó bastante eso, pero en fin...Cada uno con su gusto. Tal vez era cosa de alemanes. Ella se disculpó y me hizo sonreír. Seguramente llevaba una buena temporada que no comía en condiciones, si venía de familia pobre...

-Tú tranquila, si te gustan las sardinas para desayunar no soy nadie para juzgarte. Y...No, no pido nada. Estoy bien, ya he desayunado, y no me gusta beber nada, y tampoco tengo sed, así que...No tengo necesidad de pedir Creo que voy a subir a por el dinero.-saqué la llave de mi habitación y miré a la posadera-Voy a subir a por dinero, pagaré en cuanto baje.-le dije.

Zöe no quiso quedarse sola en la posada e insistió en subir conmigo. La amable posadera le dejó un par de trapos para que se limpiase las manos y no tuve más remedio que pagar. Subimos a la habitación, y la invité a pasar primero. Luego fui directamente al cajón de la mesilla donde había guardado el dinero, y lo metí todo en el bolsillo de la chaqueta, que no dudé en quitarme porque allí se estaba bastante a gusto.

-Bueno...Supongo que bienvenida a mi cuarto-le dije a Zöe, que lo miraba todo con interés.-Te diría que qué te parece, pero la decoración no es mía...Solo por curiosidad...¿Dónde vives?-comenté mientras me sentaba en la cama. No es que hubiera muchos más lugares donde sentarse, así que le hice un gesto a la chica para que se sentase y charlar.

Me quedé pensando la respuesta a la pregunta de Zöe...¿Por qué no estaba "de caza"? Ni yo lo sabía. Iba a decírselo cuando ella me interrumpió...con algo que no me esperaba, algo que ni siquiera había podido imaginar...Estaba tratando de decir algo, ni siquiera recuerdo qué. Fuera lo que fuera no pude decirlo, ella me abrazó, cortándome la respiración, y después me besó. Seguía sin saber cómo reaccionar...Aturdido, le seguí el beso, abrazándola y tratando de atraerla hacia mí aún más. Mis manos se enredaron en su sedoso cabello, mientras besaba desde la comisura de sus labios hasta el final de su suave cuello. Una de mis manos buscó la espalda de la chica, y la halló bajo la camiseta. Ella se estremeció ante mi contacto, un estremecimiento leve.

-Lo...siento si... tengo las manos... frías...-dije casi en un jadeo.

Volví a besarla en los labios. Esa chica me estaba volviendo loco, era tan guapa, y era tan perfecta...Podía notar hasta su aroma...En esos momentos mis pensamientos no eran más que sensaciones, un lío de sensaciones que tampoco sabría interpretar. Sí, vale, Zöe era una chica bellísima, tenía un cuerpo precioso y una actitud misteriosa encantadora, pero no sabía si estaba interesado en ella...Mi instinto me pedía más, eso debía ser que sí que me gustaba ella. Acaricié su espalda con una mano mientras con la otra seguía jugando con su pelo. Me sentía totalmente fuera de control. Y tal vez lo estaba...

Tumbé a Zöe en la cama para después seguir besándola. La miré. En esa posición parecía tan inocente, tan indefensa...Pero sus ojos de gata decían todo lo contrario. Me incitaba a seguir adelante con la mirada...Pero dudé si continuar...